HISTORIA:1897

Locales | 22 Sep Con «florida pluma», el redactor de «El Paysandú» prosigue su artículo sobre la ordenada tala de árboles en la ciudad, expresando: «Está visto, dicen ellos, que los señores que componen la Junta Municipal son hombres sin corazón –si lo tuvieran, tendrían también un poco de esa poesía que todo buen cristiano guarda en su pecho, en un arca sagrada, — y teniendo ese poco de poesía almacenada en su organismo, jamás, jamás! hubiesen ordenado el corte de nuestros árboles que no solo embellecen sino también higienizan la ciudad con la absorción por medio de sus hojas de los principios nocivos del aire».
«Así, de que de un paralogismo a otro, llegan los vecinos aludidos a sacar en consecuencia definitiva que hombres así deberían ser recluidos (Dios nos perdone) en puntos donde jamás pudieran llegar al gobierno de las sociedades que esos hombres no pueden comprender por la carencia absoluta de aquel don divino: el sentimiento de lo bello».
«En vista de este coro de lamentaciones y anatemas, que amenaza subir de punto, y causar más de un disgusto a los señores miembros de la Junta, nosotros nos atreveríamos a pedir a estos señores que revocaran su resolución, y dejaran a los naranjos y paraísos que se ostentan en muchas de nuestras calles cobijar todavía bajo su sombra y embriagar con el perfume de sus flores a dos o tres generaciones más de sanduceros, de esas que es fama tradicional entre nosotros, que se rompían pero no se doblaban bajo los golpes aciagos de la suerte!».