Paysandú, Domingo 28 de Septiembre de 2008
Locales | 26 Sep Los internados escolares en el interior del departamento cumplen con un papel social de significativa relevancia. Seguramente para los maestros, que tienen la gran responsabilidad de encarar cada jornada en estos recintos educativos, no debe resultar tarea fácil cumplir con las diversas actividades que deben desarrollar.
Durante nuestra recorrida semanal hemos tenido la oportunidad de conocer estos centros de enseñanza, donde la educación pública nacional pone a prueba a educadores y educandos, en escenarios en los que las comodidades lejos están de formar parte de la cotidianeidad. Lejos de todo y de todos. Cerca de nada y de nadie. Docentes y alumnos deben enfrentar serios desafíos, todos los días del año lectivo, para poder concretar los objetivos propuestos a efectos de alcanzar nuevas metas cada día. Metas que muchas veces tienen horizontes mucho más estrechos de los que podamos imaginar quienes vivimos en la ciudad, pero a las que es mucho más difícil arribar.
Precisamente, en una de esas recorridas visitamos la Escuela 81 de Queguay Chico, que funciona como internado rural y cuenta con unos 26 alumnos. Ubicada en Cuchilla del Fuego, a 57 kilómetros de Guichón y 40 de Piñera, permite a la mayoría de los padres cumplir con sus respectivos trabajos, que desempeñan en establecimientos rurales apartados y a considerables distancias. De lunes a viernes los niños comparten, además de las tareas curriculares, otras actividades programadas por las maestras Beatriz Moreno y Mabel Urruty, que tienen a su cargo el referido local escolar. Durante nuestra visita pudimos comprobar las diversas tareas que los niños hacen; desde las recreativas, pasando por talleres de manualidades y clases de gimnasia, hasta encuentros con otras escuelas de la zona. Incluso la posibilidad de un viaje a Montevideo, a la colonia de vacaciones, hecho de enorme relevancia para sus entusiastas protagonistas.
Enseñar buenos modales, el aseo personal, cómo comportarse en la mesa son tareas dignas de ser destacadas como parte del desafío que las maestras enfrentan en cada jornada con sus alumnos. Hechos fácilmente comprobables, ya que al ingresar al establecimiento los alumnos se pusieron de pie para saludar a la visita, conducta que desde la etapa escolar este periodista había dejado de ver.
Y para que no queden dudas de que los niños son verdaderamente aplicados, cada vez que se dirigen a la maestra lo hacen con llamativo respeto. Actitudes que se fueron sucediendo en cada uno de los gestos o diálogos que las maestras mantuvieron con sus alumnos durante el tiempo que duró nuestra visita.
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