Opinion | 26 Sep La inauguración de la sede propia de Atención de Alzheimer Paysandú (ADAP) fue una fiesta que quedará para el recuerdo. Merece destaque la conjunción de esfuerzos que hizo posible el sueño y también el compromiso de los voluntarios que al alcanzar un mojón ya se han impuesto una nueva meta para cumplir.
El Club de Leones aportó la sede con absoluta generosidad, la población de toda la ciudad apoyó los proyectos de reconstrucción locativa y equipamiento a través del Presupuesto Participativo por una mayoría abrumadora, y la Intendencia de Paysandú a través de la Dirección de Descentralización cumplió con el compromiso. La comisión de la institución administró y ejecutó el dinero para hacerlo rendir al máximo y ante los resultados de la obra terminada es evidente que lo lograron. También es importante el apoyo de Asadivi (Asociación del Discapacitado Visual) que funciona en el mismo local y con el que compartirán el patio, otras áreas de las instalaciones y hasta los técnicos.
Desde su creación en 2005 el centro diurno es una innovación para el departamento y el país. Desde el principio, con humildad pero también con la ambición de darles a sus pacientes la mejor calidad de vida, un pequeño grupo de familias y voluntarios ha realizado esfuerzos que permitieron paso a paso consolidar el funcionamiento del único centro de rehabilitación. Es admirable el hecho de que apenas alcanzado el objetivo de contar con una sede el grupo ya se esté planteando proyectar el trabajo a nivel nacional coordinando con las instituciones médicas de Paysandú y también con el Hospital de Tacuarembó para—junto a ellos, que realizan cirugías de los cuadros reversilbles—conformar un polo de atención y rehabilitación en neurosiquiatria.
La suma de voluntades y esfuerzos fue notoria, para que en coincidencia con el día mundial del Alzheimer ADAP inaugurara su sede con la alegría que siempre da una presencia masiva de amigos.
La creatividad, el esfuerzo y la dedicación lograron convertir el edificio que se encontraba bastante deteriorado en un hogar. El hecho quedará para el recuerdo y será siempre un espejo donde mirarse.