Diario El Telégrafo | Paysandú | Uruguay

Paysandú, Martes 30 de Septiembre de 2008

CRÓNICAS MARCIANAS

Te invito a mi fiesta

Locales | 28 Sep –Buenos días ¿en qué los puedo servir?—dijo el tipo de corbata amarilla, sin salir de atrás de su escritorio.
–Venimos por el aviso del diario– contesté adelantándome a Gabriela.
–Bien… siéntense– nos dijo arrimando dos coquetas sillas distintas entre sí– Los felicito, vinieron a la empresa ideal para sus proyectos.
–Nosotros leímos en el diario que ustedes se encargan de todo. De la fiesta, del viaje, de la ceremonia, del regalo colectivo, en fin… en el aviso dice que tienen mucha experiencia en esto.
–¿Experiencia? Somos la empresa líder en el Uruguay. Nuestra empresa…
–Señor Jarazca–le interrumpí–¿Nosotros podemos desentendernos de todo? Disculpe que le haga esta pregunta, pero lo que pasa es que somos un poco antiguos, en nuestro tiempo estas cosas no existían. Que las tarjetas, que la torta, que el vals, que los souvenirs,que el cotillón…
–Sr. Martínez, despreocúpese– dijo mirando de reojo las piernas de Gabriela– ¡Tendrán el mejor divorcio de la ciudad! Serán la envidia de sus amigas y amigos. ¡Cuántos querrán divorciarse después de la ceremonia de ustedes!
–¿Sabe que pasa?…. No estamos muy convencidos de hacer una fiesta.
–¿¡Qué no están muy convencidos!? ¡Piensen un poquito! Hoy en nuestro país, una de cada dos parejas que se casa terminará divorciada. En el Uruguay hay más divorcios que casamientos, por eso es que nuestra empresa cambió de rubro. Ahora las personas divorciadas tienen nuevas expectativas que desean compartir con las amistades, sin traumas, sin dolor. ¡Esto no es para llorar, esto es para celebrar! ¿Me siguen?
–Sí, lo seguimos Jarazca –dijo mi futura ex mujer.
–¿Vieron el cartel grande de la entrada? Esa frase del escritor francés Henry de Montherlant es nuestro lema: «Lo más importante del matrimonio es el divorcio». ¿Cuánto hace que están casados?
–Diez años- dijo Gabriela.
–Seguro que en 10 años han de haber hecho una buena cantidad de amistades, ahora no pueden defraudarlos. Primero las tarjetas –dijo el tipo sacando un muestrario– aquí tienen algunos modelos para elegir.
–Esta me gusta–dijo Gabriela. Era una tarjeta con un corazón, y adentro del corazón la foto de una pareja que se veía feliz, pero cada uno mirando para su lado, como caminando en direcciones opuestas. El texto decía: «Los esperamos para que compartan con nosotros este momento inolvidable. Nos divorciamos el 22 de junio. Nos despedimos -para siempre- en el atrio».
–¿Cómo en el atrio?– pregunté– ¿No nos iremos a divorciar por la iglesia, no?
–En principio no– dijo Jarazca. Es probable que en un par de años la iglesia entienda los nuevos tiempos. Por ahora lo que nosotros ofrecemos es un local que la empresa posee justo a los fondos de la catedral. Está ambientado igual pero no tiene santos ni cruces porque la iglesia no lo permite. Ellos registraron esos símbolos hace años y los derechos que tenemos que pagar son altísimos. Vendrían a ser los Tenfield del casamiento. De cualquier manera la ambientación es perfecta.
–¿Y cómo tenemos que vestirnos? ¿De sport?
–¡Noooooo! ¿Cómo se les ocurre? Esta ceremonia requiere un traje largo de color negro para la casada y un smoking blanco para el casado. Un actor de nuestra empresa oficiará de sacerdote y preguntará a los presentes si hay alguien que tenga alguna razón para que no se puedan separar, y dirá: «Que calle ahora o hable para siempre» y le preguntará a usted, Martínez: «¿Juras que no guardarás rencor a tu ex pareja, le pasarás la pensión alimenticia que marca la ley y separarán con justicia los bienes, niños y animales?».
A usted Gabriela le preguntará, «¿Juras que no lo llamarás al celular para seguir reprochándole cosas, ni lo seguirás para saber cuanto demora en juntarse con la que supones es su amante? ¿Juras que no contarás sus intimidades a todas tus amistades?»
«Lo que acabamos de separar, que no lo una nadie» dirá el sacerdote.
–Y… ¿hay que llevar anillos?– pregunté un tanto inocentemente.
–Hay que devolverlos. Martínez, usted dirá: «Gabriela, devolveme el anillo que usaste diez años como signo de mi amor y mi fidelidad».
–Después le preguntarán: «¿Aceptas a Martínez como tu legítimo divorciado y juras que no lo amarás más en salud o enfermedad, en riqueza o pobreza, hasta que la muerte los vuelva a unir? El divorciado puede darle el último beso, el de despedida».
–¿Y ahí termina la fiesta?
–Ahí empieza la fiesta. En la puerta los estarán esperando dos autos. Deben traer la foto del casamiento, porque la empresa conseguirá dos autos del mismo color y modelo que usaron hace diez años. Estarán estacionados juntos, pero en dirección opuesta. Cada uno de ustedes subirá a un auto, se harán adiós con la mano por la luneta trasera y ahí les sacaremos una foto. Los dos autos llevarán un cartel de «Recién Divorciados».
La fiesta será lo más parecida al matrimonio, salvo que ustedes resuelvan algo distinto.
–¿Cómo algo distinto?
–Claro, ustedes ¿por qué se divorcian?
–Por incompatibilidad de caracteres.
–¡Qué lástima! Nosotros preparamos fiestas temáticas. La que más se lleva ahora es la Fiesta del Ciervo.
–¿Del ciervo?
–Sí. Todos los invitados van con cuernos de ciervos en la cabeza, pero eso es cuando el divorcio es por infidelidad. El caso de ustedes es más complicado. Riñas y disputas también está bueno porque los invitados van con guantes de boxeo, trajes de karate y esas cosas.
–¿Qué hacemos cuando llegamos?
–Ahí el recién divorciado se sienta en una mesa con sus amigos, con su nueva pareja en caso que la tenga y con sus familiares. Si hay hijos se reparten en partes iguales.
–Tenemos tres hijos...
–Se sortea a donde va el del medio. Salvo que haya mascota. En ese caso, el que gana se lleva al perro y el que pierde al niño. Ahí empieza a sonar en los parlantes el tema con que se conocieron y salen los dos hacia la pista. Harán su último baile y enseguida irán pasando los nuevos pretendientes de ambos que se turnarán para bailar con ustedes.
Después la divorciada tirará hacia atrás un ramo de ruda, perejil y romero y a la que le caiga se divorciará en menos de un mes.
Al retirarse se entregará a cada invitado como souvenir una tarjeta con la foto del divorciado o de la divorciada, con la leyenda: «Me saqué 70 kilos de grasa de arriba, sin dietas y vos estuviste allí. Por futuros contactos mi teléfono particular es el …».
Les prepararemos la «Luna de Hiel», para que se encuentren por última vez a solas, organizaremos la lista de regalos…
–¿Regalos? No se me había ocurrido — dijo mi futura ex mujer.
–Sí– dijo el tipo que parecía tener todo pensado. Esta vez ya no necesitan planchas, licuadoras ni ventiladores de techo. Nosotros orientamos a los invitados para que regalen cosas que ustedes no tienen, como colchones de una plaza, ropa más moderna y provocativa, sesiones para la peluquería, celular con nuevo número, cirugías estéticas, etcétera.
–¿Hay algo más que tengamos que saber? — preguntó mi futura ex mujer
–Sí. En el presupuesto le agregaremos el cotillón, filmaciones previas para pasar en pantalla gigante, si tienen fotos en las que se les vea discutiendo es importante que las traigan ¿Para qué día dijeron que quieren la ceremonia?
–22 de junio Sr. Jarazca, porque es el día que nos casamos hace diez años.
–Déjeme ver….mmmmm…–dijo el Sr. Jarazca revisando una agenda– Ese día están jugando Japón-Brasil por el grupo F. Agregaremos en la pantalla gigante la transmisión del partido sin costo extra. Después lo clásico: globos que caen del techo al final, seguidores ópticos, unos tamboriles, una hermosa torta con dos muñequitos bajando uno por cada lado como dos escaladores, en fin… lo de siempre. Los anoto para las charlas que empiezan la semana que viene. Es el último esfuerzo: a la charla tienen que venir juntos.
–Sr. Jarazca — en caso que…
–¡Nada! ¡Despreocúpense… lo importante es que cambien la cabeza! Hace unos años el divorcio era algo triste, raro y traumático, pero ahora es más común que el casamiento. Los sicólogos de nuestra empresa dicen que el divorcio es el gran cambio de vida, es como una especie de nuevo matrimonio: es el reencontrarse con uno mismo. Casarse, se casa cualquiera Martínez — dijo el tipo algo emocionado.
Pero divorciarse, Gabriela, es para gente inteligente — agregó ahora parándose para seguir hablando.
Las personas dedican unos meses para decidir con quien y cómo casarse y 10 o 15 años para separarse. Se casan con alguien al que una vez encontraron en un baile. Si no hubieran salido esa noche nunca se hubieran casado. Es la decisión más inmadura de la vida. ¿Cuánto tiene de atracción sexual y cuánto de amor esa opción? Sin embargo– dijo empezando a caminar por la habitación– sin embargo el divorcio es fruto de la reflexión y la madurez. ¡Esto es lo importante! Ustedes se casaron y cambiaron la nada por el todo ¡Qué vivos! ¡Eso lo hace cualquiera! ¡Vaya desafío se mandaron!—dijo mirando por la ventana — ¡Ahora, es que hay que jugarse el resto! Hay que ver a los hijos un par de veces por semana, hay que olvidarse del desayuno compartido, de los paseos juntos, de la cama calentita. Ahora sí hay que cambiar el todo, tal vez por la nada. Ahora la persona que vivió junto a ustedes se convertirá -quizá-en su peor enemigo. ¡Esta sí que es una decisión señores! ¡Y por eso es que hay que celebrarlo! ¡Deben elaborar el duelo! ¿Los anoto para las charlas de mañana?– finalizó girando en sus talones y señalándonos con una lapicera.
–Disculpe Jarazca –dije a dúo con mi ex futura divorciada– pero…lo vamos a pensar un poquito más. Por Marciano Durán


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