Paysandú, Viernes 03 de Octubre de 2008

Ante una crisis que recién empieza

Opinion | 29 Sep «Estamos en presencia de un pánico y de un efecto contagio. Vamos a tener un efecto ‘Tsunami’ por toda la región y lo mejor es tomárselo en serio y ponerse más precavidos, más conservadores», reflexionó ante la agencia noticiosa AFP el economista internacional Arturo Porzecanski, al aludir a la crisis financiera en Estados Unidos.
«Tenemos un huracán de séptima categoría en Nueva York. Pese a lo que ha hecho el gobierno norteamericano, que la gente esté vendiendo acciones de Goldman Sachs, tan rentables, indica que existe un efecto contagio indiscriminado y una fuga hacia lo seguro», evaluó el analista, quien subrayó además que «realmente los últimos días indican un cataclismo financiero que va a tener consecuencias inevitables en América Latina; yo no creo que estemos desconectados».
Para Porzecanski, «la bonanza en América Latina se acabó desde hace varios meses y probablemente entremos en período de vacas flacas.
Aquellos buenos tiempos de 2005, 2006 o 2007 en que las economías de América Latina crecieron cinco por ciento más se acabó, al igual que la época de las monedas revalorizadas contra el dólar, con tasas de interés bajísimas y crédito para todo».
La evaluación del analista coincide con las de otros reputados economistas y observadores, que entienden que es notorio que estamos ante un ciclo en reversión, que exige prudencia en el manejo de las cuentas fiscales y reducir al mínimo posible los flancos vulnerables que presentan las economías, sobre todo en el caso de las naciones en vías de desarrollo, como es el común denominador para América Latina.
Y en el caso de nuestro país, tenemos un gobierno que asumió con el viento a favor en la economía mundial, precisamente en 2005, como señala Porzecanski, pero que no tuvo la visión de sacar provecho de la bonanza que, como todas las cosas buenas, resulta demasiado efímera y se escapa de los dedos cuando uno menos lo piensa.
Lamentablemente, se ha gastado alegremente toda la recaudación adicional que ingresó como consecuencia del buen momento, y se ha aprobado una Rendición de Cuentas que es una bomba de tiempo hacia el futuro.
La buena suerte de la economía con viento a favor que ha tenido el gobierno tiene la contrapartida de que la reversión de la onda favorable encuentra justo al país en un período preelectoral ya incipiente, lo que es una muy mala combinación, teniendo en cuenta la mala experiencia que tiene el país en la materia, desde que se gasta más de lo que se tiene a cuenta de que quien asuma luego la conducción del país afronte las consecuencias, junto con todos los uruguayos.
Y para tener una idea de cómo viene la mano, mejor volvemos a Porzecanski, quien explicó que para América Latina los principales impactos de esta crisis son su efecto sobre el mercado de las materias primas, principal motor del crecimiento regional en los últimos años y el encarecimiento del crédito.
«Entramos en una época de restricción y del encarecimiento del crédito, de nuevos recursos para empresas y gobiernos. Va a haber más incertidumbre; hoy con la globalización estamos en el mismo bote», enfatizó, a la vez de considerar que «para América Latina es hora de comenzar a apretarse el cinturón, los consumidores, los inversionistas y los gobiernos que han gastado tanto en los últimos años.
Hay que reducir el consumo, reducir las expectativas, abrir los paraguas y en una de esas, si esto continúa así, tenemos que entrar nosotros también en el caparazón y esperar que nos pase por encima», ironizó Porzecanski.
Pero para los integrantes del equipo económico de nuestro país no hay nada de qué preocuparse, porque a su juicio el Uruguay tiene un buen «blindaje» financiero y ha reducido vulnerabilidades.
Se nos antoja que más que una definición de nuestro escenario, se trata de una expresión de deseos y de venta de imagen para moderar expectativas negativas, antes que un juicio serio sobre nuestra economía.
Pero sobre todo, es una resistencia manifiesta a no admitir el mea culpa, cuando ya los dados están echados.
Porque se perdió un tiempo precioso para moderar el gasto y generar condiciones para no quedar tan al descubierto cuando el viento se nos ponga del lado de la puerta. Y el problema es que ya empezó a soplar.


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