Paysandú, Lunes 06 de Octubre de 2008
Locales | 03 Oct Cada vez son más las comunidades del interior que tienen su propia fiesta.
A las tradicionales actividades ya conocidas, tales como San Isidro Labrador en Porvenir, la Feria de los Artesanos de Parada Esperanza, la Fiesta de la Madera en Piedras Coloradas, la Semana de la Integración en Tambores, el Encuentro con el Patriarca en Chapicuy, Cantando al Calor del Fogón de villa Quebracho y el Encuentro con el Charrúa en Salsipuedes; ahora se suman La Fiesta de la Citricultura de pueblo Gallinal y la Caza del Jabalí en Lorenzo Geyres. Movimientos socioculturales más que justificados si de unir a las comunidades se trata.
Es que la mayoría de los pobladores del interior rural encuentran a través de estos festivales un motivo que – al menos por algunos días al año – les permite unir – a través de un mismo sentimiento— a otras comunidades vecinas y así dar rienda suelta a momentos de esparcimiento y recreación junto a la familiar rural.
Ese tiempo de disfrute colectivo y de participación popular genera entre los habitantes, una posibilidad de fortalecer los lazos de crecimiento entre las comunidades de nuestra campaña. Es ahí donde aparecen la dedicación de los maestros por dar una mano a causas en común, las comisiones de padres o las instituciones y grupos de la tercera edad, como así también grupos de jóvenes.
A todos se los puede ver trabajando mancomunadamente, procurando que a cada una de las fiestas referidas no les falte detalle.
Resulta destacable la dedicación que cada una de estas personas pone de manifiesto al momento de preparar toda la parafernalia que permitirá al visitante de turno sentirse como en su propia casa. Al fin de cuentas, se trata de transmitir simpatía, cordialidad, amabilidad y buen trato para que el siguiente año la cantidad de gente sea mayor para que en el futuro cada convocatoria resulte más provechosa para los intereses de los organizadores. Para quienes ya hemos participado en algunos de estos encuentros, este tipo de conductas nos genera admiración hacia todos aquellos que no miran el reloj y mucho menos el esfuerzo.
Siempre se los ve sonrientes – antes, durante y después de cada acontecimiento – como si cargaran energías extra para enfrentar la situación.
Esas actitudes lejos están de esperar por recompensas, son decididamente la demostración fiel de que existe un sentimiento de pertenencia mucho más fuerte del que podamos imaginar quienes vivimos en la ciudad.
Esos hombres y mujeres parecen contar con el combustible de sobra para – además de enfrentar cada día de sus vidas como si fuera el primero – tener tiempo suficiente, ganas y dedicación para vestir a sus respectivas comunidades con las mejores ropas, demostrando así que algo bueno los espera y que dependerá de ellos mismos.
EDICIONES ANTERIORES
A partir del 01/07/2008
Oct / 2008
Lu
Ma
Mi
Ju
Vi
Sa
Do
12
12
12
12
Diario El Telégrafo
18 de Julio 1027 | Paysandú | Uruguay
Teléfono: (598) 47223141 | correo@eltelegrafo.com