Paysandú, Lunes 13 de Octubre de 2008
Locales | 12 Oct (Por Enrique Julio Sánchez, desde Estados Unidos). Casi silenciosamente el precio de la gasolina descendió por debajo de los 3 dólares, al menos en el norte de New Jersey, donde puede encontrarse a 2,85 el galón.
Pero Wall Street sigue cayendo más allá de las promesas del grupo de los poderosos (G7) de trabajar unidos para superar la crisis que se asoma al mundo. Hasta GM y Chrysler admitieron que están en conversaciones, estudiando una posible fusión, ante la crisis que golpea a la industria automotriz. Si las conversaciones no prosperan en ese sentido, es probable que GM se quede con su hasta ahora competidora, aunque ambos gigantes trabajan juntos en la producción de un automóvil híbrido.
Y los precios en los supermercados siguen al alza, silenciosa pero diariamente, mientras se preparan para lo que esperan sea la peor temporada de ventas navideñas en décadas.
Los vaivenes de la crisis financiera golpea la economía a gran escala y la de cada hogar en los States. Y los vaivenes de la vida golpean a cada uno de nosotros, también.
Ahí esta mi propio ejemplo. «Regresa al lugar donde una vez perteneciste», cantan los inmortales Beatles en «Get back» (aquí la radio tiene programas con su música, como en Uruguay con las grabaciones de Gardel).
Y eso tuve que hacer apenas dos semanas después de trabajar en el hotel, en un excelente ambiente de trabajo, pero donde las expectativas económicas se vieron sensiblemente reducidas.
En otras circunstancias —y en otro lugar quizás-- hubiera sido posible esperar «hasta que amaine», hasta que la situación mejore, hasta que el verde dinero comience a fluir con fuerza suficiente para sustentar el diario vivir. Pero en estos momentos (y aquí), si algo sale mal, y no se quiere que termine peor, es imprescindible cambiar lo más rápidamente posible de trabajo. Así que el domingo pasado terminé voluntariamente mi contrato de trabajo con el hotel y el lunes volví a repartir diarios, aunque en otra zona de Randolph y para otra empresa, que distribuye The New York Times, The Wall Street, The Washington Post y The Daily News, entre otros.
La vida, de nuevo, pasó al galope con sus coincidencias y sorpresas. El mismo día que tomé la decisión de abandonar el hotel, Lenis Marcovich decidió dejar de repartir diarios en las dos rutas que tenía. Esa noche, mientras compartíamos una par de Coronas (la famosa cerveza mexicana), surgió la idea de que yo las tomara. A la madrugada siguiente fui al centro de distribución para pedirlas. Rápidamente me prometieron las dos, pero cuando me presenté el lunes siguiente, solamente me entregaron una. Afirman que antes de fin de mes, me darán otra.
La encrucijada económica es difícil, en la medida que las deudas no esperan. Nuevamente exploro el mercado laboral en busca de otra oportunidad, conciente que aunque no he logrado estabilizarme, fue correcta la decisión de abandonar el hotel.
La lección es que en esta nación, cuando se trata de la economía personal, hay que tomar decisiones rápidas. No es posible hipotecar el presente a la espera de un mejor futuro. Hay que construir el futuro tratando de cometer la menor cantidad posible de errores en el presente.
Y no hay lugar para la nostalgia, para tomar en cuenta el ambiente laboral o considerar otra cosa que no sea el dinero que se puede obtener.
El trabajo en el hotel fue una muy buena oportunidad para el futuro, pero no pude dejar de considerar el presente. He vuelto a levantarme bien temprano, en medio de la madrugada, para «tirar» diarios en el propio Randolph donde ahora vivo. Y cada día es una tensa búsqueda de otro trabajo. Cada noche, por el contrario, es un bálsamo reparador, junto a Lenis, su familia y a la buena cocina de su esposa Mabel y Griselda, la tía de ésta. Por estos días Micaela, la hija del matrimonio, no deja de mirar las ofertas de disfraces para la cercana fiesta de Halloween y Lucas, el pequeño de la familia, derrocha energía hasta altas horas de la noche. Doña Blanca, la abuela de Mabel, mientras limpia los platos, canta algún tango. «Canto lo que me viene a la memoria», comenta entre risas.
Cada noche la vida se aquieta y resurge la esperanza de un mejor amanecer. «Mañana, ¿qué pasara mañana?», canta Jose Luis Perales en «Mientras duermen los niños». Mañana, la quinta esencia del misterioso don de la vida.
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