Paysandú, Viernes 17 de Octubre de 2008
Opinion | 13 Oct Sin duda el problema de la minoridad infractora tiene varias aristas y resulta sumamente complejo, por cuanto se trata del resultado de múltiples factores que se conjugan para alcanzar el mayor deterioro de los valores básicos de la convivencia en sociedad. Así se puede hablar de marginación, pobreza, lazos familiares débiles, abandono, omisión del Estado en políticas sociales, entre un sinnúmero de causas como las más evidentes de la situación actual.
Más allá de las razones por la cual un niño o adolescente toma el camino de la delincuencia, una vez que la adopta como forma de vida el problema está instalado y la prioridad pasa por acotar al mínimo el daño que pueda provocar a la sociedad, sin descartar las acciones que puedan ejecutarse para evitar que las próximas generaciones sigan el mismo trillo.
Si lo que queremos es un análisis profundo de las causas de la delincuencia juvenil, está bien hacerlo como solución para un futuro lejano. Pero si lo que se busca es detener este flagelo en el corto o mediano plazo, es preciso separar los tantos y actuar sin demora sobre la delincuencia en sí misma. Lo contrario sería como si Isaac Newton se hubiera puesto a analizar primero las distorsiones del espacio-tiempo o estudiado física cuántica para determinar finalmente la aceleración de gravedad, solo porque le cayó una manzana en la cabeza. Volviendo a lo que nos ocupa, tratemos de buscar soluciones concretas a los problemas reales. Entonces, si la excusa es que no existen en Uruguay correccionales adecuados para menores infractores, pues construyámoslos. Si la ley no permite detenerlos, cambiémosla; si el problema es que no quedan antecedentes en el legajo del delincuente cuando cumple la mayoría de edad, modifiquemos el inciso; si el Estado no tiene suficientes recursos para hacerse cargo de los niños abandonados por sus padres, cambiemos las prioridades presupuestales al tiempo que penamos a esos progenitores por omisión a los deberes inherentes a la Patria Potestad. Para los estudios en profundidad ya habrá tiempo, pero lo primero es lo primero. No hay que ser Newton para darse cuenta.
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