Paysandú, Domingo 19 de Octubre de 2008

Crónicas Marcianas por Marciano Durán

¡Suéltame 33! (Denuncia casi, casi en serio) por Marciano Durán

Locales | 19 Oct El 33 me persigue, me acosa y me hostiga.
Y de la mano del 33, me asedia el 51.
¿Por qué?
Porque osé meterme con ellos.
No es broma.
En lo que va del 2007 el 33 y el 51 me persiguen todo el tiempo.
Vamos por partes:
He escrito un libro llamado «El Código Blanes - La otra historia del Uruguay» en el que el número 33 es el eje de la trama. Junto al 33 el número 51 se presenta también como parte importante de esa historia.
Inocentemente descubrí la trascendencia de esos números en la vida de este país.
¿Cómo sucedió?
Sencillo: partí de la edad de Jesús y llegué al Juramento de los 33 Orientales.
De ahí, a darme cuenta que 33 es el grado máximo de la masonería fue solo un saltito.
Con un poco más de información advertí que el número 33 en la Cruzada Libertadora, fue simplemente un capricho masónico de la época.
¿Qué es eso de elegir un número funcional a la masonería para definir a un grupo que terminó dándole el nombre a varias calles, monumentos, escuelas y hasta a un departamento de nuestro país?
¿Nuestra historia tomó caminos no previstos, a la luz de números usados arbitrariamente?
Parecería que sí.
Parecería que varias veces el 33 llegó para hacer guiñadas.
Sin ir más lejos y a manera de ejemplo: el otro día leí en un diario que la Gran Logia de la Masonería del Uruguay está llamando a un concurso de ensayos con motivo de celebrarse «los 200 años del natalicio del hermano José Garibaldi».
Hagamos una pruebita. Yo le voy a hacer una pregunta y le voy a demostrar que ya sé su respuesta.
¿De acuerdo? Vamos.
Le doy tres datos:
a) La masonería hace un concurso.
b) Instituye un premio para el que gane.
c) El premio está establecido en pesos uruguayos.
Pregunta: ¿Cuántos pesos uruguayos cree usted que pagará la Masonería al que gane el concurso?
¿27.000 pesos?
¿48.000 pesos?
……
¡Sííííí!
¡Adivinó!
¡33.000 pesos!
¿No me cree? …entonces cliquee en la siguiente dirección:
Masonería del Uruguay … Pere, …pere, no cliquee todavía. Ya que va a entrar en esa página vea cuánto suman las cifras del teléfono de la Casa de la Masonería.
¡¡¡Sííí…33!!!
Es decir… el 33 estuvo, está y estará presente en este país por casualidades pero también por causalidades. Lo ponen cuando quieren. Por eso estoy preocupado.
Porque yo me avivé y como un nabo lo desparramé por todos lados.
Repasemos algunas claves de nuestro libro en torno al 33 y al 51 (51 como equivalente del 33 en el sistema hexadecimal).
Blanes supo que Felipe Patiño, Inocencio Medina y Juan Arteaga participaron de la Cruzada Libertadora… pero no los pintó en su cuadro.
Blanes supo que también participaron Basilio Araújo y Matías Álvarez… pero tampoco los pintó. ¡No los tuvo en cuenta! ¡Pintó 33 y nos marcó para siempre!
De algo estaba seguro Blanes y sus contemporáneos: La Cruzada Libertadora trajo a más de 40 personas. Pero el masón Manuel Oribe (de 33 años) confeccionó una lista con 33 nombres. José Hernández —otro masón-- que escribió en 33 capítulos «La vuelta de Martín Fierro», saludó a Blanes por su obra pictórica… con un poema de 33 versos.
¡Justamente a Blanes, un masón que pintaba su cuadro 51 años después del desembarco! Con ese 33 y con ese 51 me metí.
Con los 33 escalones que llegan a la planta alta del Castillo de Piria (que falleció en el año 33). Con los 33 escalones del Cerro del Toro, con las 33 puertas del Castillo Pittamiglio, con las 33 palmeras de la plaza Independencia.
Contaré parte de la historia de «El Código Blanes» para explicarlo mejor.
El libro dice que la «Bandera de los 33» adquirió poderes especiales cuando se inclinó ante la Virgen de los 33 en el año 1825. Dice después que quien consiguiera la bandera, conseguiría con ella el poder. El OPR 33 la roba del Museo Lavalleja en julio del 69. El Frente Amplio nace en el año 1971 y 33 años después gana las elecciones. Tabaré Vázquez (junto a Nin Novoa, chozno de Lavalleja) se transforma en el presidente número 33 de este país. Si contamos a todos los que ocuparon la presidencia antes que él, aunque no fueran electos para ese cargo, se transforma también en el presidente número 51. El mismo 51 que Blanes deja escondido en números romanos en su cuadro. Teniendo como modelo a la verdadera «Bandera de los 33» que claramente mostraba una letra «i» minúscula, resuelve modificar la historia y escribe con mayúsculas las primeras letras de Libertad o Muerte.
Sólo para dejar allí el 51.
¡Y yo me metí con eso!
Así que ahora me están pasando la cuenta. Ya sé… me atacó el síndrome de la embarazada, que sale a la calle y ve mujeres embarazadas por todos lados.
Seguro que siempre estuvieron ahí, pero ella no estaba embarazada para advertirlo.
Ya sé… me pasa lo mismo que al tipo que se compra una Toyota verde y empieza a ver Toyotas verdes por todos lados. Seguro que todo esto es producto de la imaginación.
Pero… cuando el libro ingresaba a imprenta, la editorial me tiró con el primer dato que me puso nervioso.
— Marciano… te hablo de la editorial… ¿vos sabías que el libro está escrito en 33.033 palabras?
— Casualidades —le contesté— y tuve que sentarme.
Hace unos días me llamó Jorge para hablar de la exportación del libro a España.
— Hay que medir el libro para arreglar el tema del envío; para saber cuantos entran por caja, dijo mi amigo. ¡Sí…, adivinó una vez más! Mide 33 centímetros.
Y el 2007 comenzó desde el pique con ese número mandando nuestras vidas, apareciendo desde los lugares más inesperados, sorprendiéndonos una y otra vez.
Vean esto: el protagonista del libro se llama Enrique Ayala, nombre inventado por el autor para «homenajear» a Enrique Pandolfi (un buen amigo floridense) y a Daniel Ayala (director de Cultura de Florida y además un tipo bárbaro).
Hagamos otra pruebita de magia. Le entregaré cuatro datos y al final espero de usted una resolución inteligente.
¡Vamos… confío plenamente en usted!
Primer dato: Enrique Ayala es un nombre inventado por este escritor.
Segundo dato: Apenas empezado el 2007 --como todos los años-- corrí la San Fernando. (Corrida de 10 kilómetros entre Maldonado y Punta del Este).
Tercer dato: Fue la edición número 33.
Cuarto dato: Unos días después, alguien me llama y me sugiere que mire en Internet, los resultados de la carrera.
— Fijate… --me dijeron--. Fijate quién llegó en el lugar 1.633… justo a los 51 minutos.
Ahora le toca a usted. ¡Juéguesela! ¿Quién fue?
¡Cooooorrecto! ¡Un tal Enrique Ayala se ubicó a los 51 minutos!
¡Ah! ¿No me cree? Entonces vea el resultado de ese día en este link: Resultados San Fernando
Y empezaron las presentaciones del libro.
Primero fue Montevideo. Cuando estábamos en el ómnibus que nos llevaba a la capital, a Ricardo se le ocurrió contar a los pasajeros que nos dirigíamos al Castillo Pittamiglio.
Sí. Éramos 33 personas.
El libro quedó oficialmente presentado en la Rambla Mahatma Gandhi… al 633.
Después le tocó el turno a Buenos Aires.
¡Allá vaaaaamos «Feria del Libroooo»!
— Perdón —dijo Washington al llegar. ¿Me podría indicar que número de feria es?
¡Sííííi! Estábamos en la Feria del Libro número 33. Viche este link Feria del Libro.
Y fuimos a Florida. Allá tuve el honor de ser presentado por el Intendente Giachetto. Giachetto para los demás, Juancito para nosotros.
Porque Juancito fue mi vecino. Fue y es amigo de la infancia, del barrio…de la vida.
Y Juancito arrancó contando que en mi época de adolescente trabajé en la vieja Difusora Florida. ¡Sí, volvió a adivinar! En CW 33 Difusora Florida. Y dijo más.
Dijo que dejé esa radio para vincularme a la radio de Maldonado.
¡Sííí! Una vez más está en lo cierto.
¡CW 51 Radio Maldonado! Entonces nos fuimos a Paysandú. Presentamos el libro en la Biblioteca Municipal que estaba de cumpleaños.
133 años. ¿Alguna duda? Vea Portal Paysandú
En el CEI en Maldonado lo presentamos el 26 de julio.
26 del 7. ¿26 más 7? 33
En San José la presentación se hizo en la Casa de la Cultura en la Calle Ituzaingó.
¿Se acuerda de la dirección del Pittamiglio? Gandhi al 633.
¡Bingo! En San José estuvimos en Ituzaingó al 633. Link: San José
En Aiguá, en Rivera y en Las Piedras sucedió algo difícil de creer.
En los tres lugares alguien del público, enterado de este 33 perseguidor se paró en medio de la presentación y preguntó: «Perdón Durán… ¿nos permite contarnos?».
Sí, en los tres casos eran 33.
Tengo más.
En Rivera la Directora de Cultura de aquella ciudad, profesora Alma Galup, comenzó la presentación diciendo (sic): «Bienvenidos a la Sala de Antel de Rivera ubicada en la calle Agraciada al 333 casi 33 Orientales». ¡¿Podrá creer semejante cosa?! ¡Calle Agraciada! ¡La del desembarco! ¡Al 333! ¡Esquina 33! ¿No me cree?
Entre a esta dirección: Portal Aidis
Volvimos a presentarlo en Florida y en esta oportunidad lo hicimos en un edificio de la calle Pocho Fernández (ex Calle 33, esquina Independencia). Allí está ahora el Instituto de Formación Docente y hace unos cuantos años funcionaba la escuelita a la que asistí de niño. ¡Bah! …una de las dos escuelitas. Porque quinto y sexto los hice en la 51.
Este 25 de Agosto volví a cumplir años. Eso parecía indicar que maduraría un poco y dejaría de sacar cuentas estúpidas con el 33 y el 51. 25 de agosto.
Sí… 25 más 8 vuelve a dar 33. Ya sé… no es necesario que le cuente que ese día cumplí 51 años. Tampoco le voy a contar que en unos días llegaremos a 33 años de estar juntos con mi esposa.
Y casi en el final…. cuando pensé que ya había vivido todo lo que podía vivir, volvió a aparecer el destino haciéndome una guiñada.
¡Pilar --mi nieta-- estaba esperando un hermanito! ¡Mi segundo nieto!
Nació en el mes de julio. Y con esto de la tecnología, lo conocí primero por una foto que me llegó por Internet. Allí estaba.
Dormidito. Precioso. Como yo lo imaginaba desde antes de nacer.
Miré sus ojitos cerrados, su cara rosada, alcancé a adivinar una sonrisa en su boquita. Y cuando terminé de ver eso, vi un cartelito colocado en la parte posterior de la cuna. Decía: Nombre… Gerónimo.
El resto supongo que no es necesario que se lo cuente.
Está bien, se lo cuento igual. Peso 3.330. Talla 51.
Véalo, no me deje mentir: Imagen Gerónimo
La sorpresa fue tan grande que creí que me daba algo, así que por las dudas me fui al médico. El doctor me sentó en la camilla, me miró los ojos, me puso el estetoscopio, apoyó su oreja en mi espalda y me dijo: «Diga 33».
Casi le pego.


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