Paysandú, Lunes 20 de Octubre de 2008
Opinion | 17 Oct Por fin autoridades, cuerpo médico y fuerzas vivas salteñas han logrado el visto bueno de la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE) para hacer realidad el largamente reclamado Centro Cardiovascular, con carácter regional, y que sería el primer Instituto de Medicina Altamente Especializada (IMAE) fuera del reducido perímetro de Montevideo.
El planteo de nuestros vecinos —que EL TELEGRAFO ha apoyado desde un primer momento por ser una reivindicación de todo el Interior— se inscribe en una necesaria descentralización de los servicios de alta tecnología, que están concentrados históricamente en la capital, aunque financiados por todos los uruguayos, aún por quienes residen en lugares tan distantes del Interior que nunca podrían utilizar este servicio aunque lo necesiten imperiosamente, ante la imposibilidad de ser trasladados o derivados en tiempo y forma a esos institutos.
Lamentablemente, en el caso de la salud estamos ante una muestra más de un desenfadado centralismo que se ha manifestado en todos los gobiernos, con matices que confirman la regla de una mentalidad que se impone por sobre todo otro concepto, a la vez de registrarse una reacción corporativa de técnicos de alta especialización que tienen intereses profesionales creados y se resisten a renunciar siquiera a algunos de sus privilegios para que el Interior cuente con un centro de estas características.
Como diéramos cuenta, el ahora renunciante director de ASSE, doctor Baltasar Aguilar, anunció recientemente, en el acto celebratorio de los 125 años del Hospital de Salto, que fue aprobada la instalación de este IMAE en esa ciudad, en sus aspectos técnicos, ante acuerdo del Fondo Nacional de Recursos, ASSE y el Ministerio de Salud Pública, una trilogía que hasta ahora igualmente no ha facilitado la regionalización de los servicios de alta tecnología en beneficio de los postergados habitantes del Interior. Pero por lo menos, pese a las experiencias negativas, siempre es un buen momento para extender una carta de crédito a quienes manifiestan pensar de manera diferente que sus antecesores, y ocuparse realmente de un reclamo, con una sensibilidad que no solo pasa por la retórica sino que debe fundamentarse con hechos.
Y aunque por ahora solo tenemos palabras y enunciados de buenas intenciones, el solo reconocer que es necesaria una descentralización de los IMAE es un paso adelante respecto a una situación en la que siguen interactuando intereses privados y desarrollando una disputa por presencia y poder dentro del ámbito estatal, además de la actitud de jerarcas que siguen «jugados» a la cómoda, haciendo buena letra o directamente participando en el esquema en que continúa priorizando a Montevideo como receptor del mayor porcentaje de recursos, depositario exclusivo de la tecnología y el conocimiento. Lamentablemente el doctor Baltasar Aguilar ha renunciado a la dirección de ASSE para continuar su actividad en el ámbito privado, pero es de esperar que haya dejado «atada» sin posible marcha atrás la decisión de habilitar la instalación del Centro Cardiovascular en Salto, para beneficio de unos 350.000 uruguayos que residen en el corredor del Litoral y su área de influencia. El presidente de la Sociedad Médica de Salto, doctor Néstor Campos Pierri, al manejar conceptos que justifican el planteo de instalar el Centro Cardiovascular, sostuvo que «se sabe que el mejor tratamiento para el infarto agudo de corazón es en las siguientes dos horas un tratamiento endovascular.
Ese es nuestro principal fundamento, porque estamos a seis o siete horas de Montevideo».
Claro que el problema va a seguir existiendo para quienes viven en Rivera, Cerro Largo, Rocha, por ejemplo, y este aspecto debería ser tenido en cuenta para evaluar que este solo debe ser el principio de la regionalización de los IMAE, para que por lo menos en el caso de la salud pueda mitigarse la calificación de uruguayos en primera, segunda o tercera categoría, de acuerdo al lugar en el que residan. Y como en el caso de Salto, se puede estar a menos de dos horas de ambulancia en un radio de no más de 180 kilómetros, para por lo menos empezar a mejorar las expectativas de sobrevivencia de muchos uruguayos que en el esquema que rige desde siempre en el país, pagan con su vida la culpa de vivir lejos de Montevideo.
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