Paysandú, Lunes 20 de Octubre de 2008
Locales | 19 Oct Por Enrique Julio Sánchez, desde Estados Unidos. El tercer y definitivo partido (es decir debate) entre los candidatos a la Casa Blanca, lo volvió a ganar Obama, pese a los desesperados esfuerzos de McCain por conquistar las preferencias de los electores. El 4 de noviembre será el día de la verdad y los estadounidenses elegirán a su próximo Presidente. Los latinos —no solamente los inscriptos para votar—quedamos esperando que se considerara el tema de la inmigración, pero estuvo ausente en los tres debates.
Obama aparece con clara ventaja y en estos días el prestigioso Washington Post le dio su respaldo explícito. En total, unos cuarenta grandes diarios en Estados Unidos se han expresado a favor de uno u otro candidato. Y la proporción es de 3 a 1 a favor de Obama; a quien, entre otros, han recomendado The Boston Globe, San José Mercury News y Pittburgh Post-Gazette. A McCain lo han apoyado The San Francisco Examiner, Boston Herald y New York Post, entre otros.
Asimismo, por el tono de sus últimos editoriales, es seguro que The New York Times también se pronunciará por Obama, en tanto el conservador The Wall Street Journal está inclinado sin dudas a favor de McCain. El endorsement (apoyo a un candidato) es una institución muy enraizada en el sistema estadounidense y en el caso de la prensa es un rasgo de honradez profesional hacia sus lectores.
Mostrar el respaldo directo a un candidato en un editorial no menoscaba la credibilidad informativa, ni se interpreta como una afrenta a los lectores que no están de acuerdo, sino que es un instrumento legítimo del diálogo cívico.
En tanto, los combustibles continúan bajando algunos centavos por galón cada día y no está ya tan lejana la posibilidad de que termine a 1.99 dólares el galón o menos, cuando Bush abandone la Casa Blanca, como hace meses se mencionó en esta misma columna. Y la crisis financiera mantiene a Wall Street y los demás mercados alrededor del mundo en la «montaña rusa». Esta es una época realmente particular y quienes la vivimos y sufrimos ciertamente somos testigos de una era de cambios.
El mundo, tal como lo conocemos, se esta transformando. Europa habla de refundar el capitalismo, aunque manteniendo su estilo liberal; Estados Unidos compra acciones en 9 bancos, con lo que parcialmente se interna en la nacionalización (archienemiga del liberalismo) y Rusia inicia una nueva escalada hacia América Latina.
En un retorno al mapa de poder internacional, Rusia mira al sur. La venta de armas a la región, el envió de dos bombarderos estratégicos a Venezuela y los próximos ejercios militares con ese país, son clara evidencia. Al mismo tiempo Brasil (¿apoyado por Moscú?) promueve el Consejo de Seguridad de América del Sur. Esto mueve las bases de la «Doctrina Monroe» (creada por John Adams, pero atribuida a James Monroe, entonces presidente de los Estados Unidos), que en 1823 estableció que ninguna potencia extracontinental se mezclaría en los asuntos de las repúblicas americanas, consideradas zona de influencia exclusiva de Washington.
Resultará difícil para Estados Unidos reaccionar a estos embates y al crecimiento de China e India, que ponen en riesgo su unilateralismo en el liderazgo global. En medio de la crisis financiera, este se torna disfuncional, especialmente porque los propios estadounidenses se están dando cuenta que el precio a pagar es demasiado elevado.
El gobierno de Beijing, por su parte, espera con la siempre pasmosa paciencia china; pues tiene en sus manos el mismísimo talón de Aquiles yanki. La explosión inmobiliaria en Estados Unidos, inicio del descalabro económico por la especulación que la acompañó, fue financiada con créditos chinos. Actualmente, Estados Unidos tiene una deuda nacional de diez millones de millones, cifra que incluso resulta difícil de visualizar. Y el mayor acreedor es China. Su inmensa población, su sostenido crecimiento económico y poseer los «títulos» de la mayor parte de la deuda de Estados Unidos, coloca al gigante de Asia al menos como una potencia regional. Y sigue avanzando.
Al costado de ese escenario macro económico, militar y político, cada cual intenta seguir con su vida como puede. Los últimos rounds se han perdido y la economía personal se desploma, pero la pelea continúa y la búsqueda de nuevas opciones laborales no decae. Y no es diferente a los millones de inmigrantes que han llegado a este país en busca de un futuro mejor, que solo se logrará (si es que se logra) haciendo frente a una dura realidad diaria. Luis Figueroa (Tito), un sanducero que hace años reside en Estados Unidos, escribió hoy mismo, en un correo electrónico desde su casa en Atlanta, una reflexión que de alguna manera resume la aventura migratoria: «La vida sigue. Nosotros somos protagonistas de nuestra propia historia, tan dura, amarga, a veces infeliz, oscura, sacrificada, llena de interrogantes, pero tan nuestra, orgullosamente nuestra. Y debemos estar felices y agradecidos por lo que hemos vivido».
Felices, agradecidos y, aunque golpeados, de nuevo de pie. Que comienza otro round.
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