Paysandú, Martes 21 de Octubre de 2008
Opinion | 19 Oct Un reciente cruce de opiniones sobre la calidad de la educación en Uruguay trajo a primer plano el tema de la deserción estudiantil. Consultado acerca de las críticas vertidas por el sociólogo Germán Rama hacia las políticas educativas impulsadas por el actual gobierno, el presidente del Consejo Nacional de Educación Pública, Luis Yárzabal, dijo que los defectos de la educación de la actualidad «son consecuencia de la política aplicada» por el gobierno nacional cuando Germán Rama estuvo al frente del Codicen y agregó que «se tiene que trabajar para resolver los problemas que se han creado en el sistema educativo uruguayo».
El asunto es que, más allá de las diferencias existentes entre las políticas de Rama y el actual Codicen, y la polémica que pueda entablarse entre quienes estuvieron y están a cargo de su definición e instrumentación, la deserción educativa existió entonces y existe ahora. Y es preocupante.
La deserción estudiantil —el 23% de los jóvenes uruguayos no estudia ni trabaja— es un flagelo que golpea desde hace bastante tiempo a la enseñanza media y que los gobiernos que han pasado en los últimos años no han podido combatir. Es evidente que la universalización del acceso a la educación media no implica necesariamente que todos los que ingresan puedan continuar sus estudios. Y no siempre las ayudas que provee la seguridad social a los sectores de más bajos recursos —una asignación familiar de aproximadamente 1.000 pesos por alumno que va al liceo o UTU— son efectivas. La desmotivación es frecuente. Los problemas de los entornos exteriores al aula se llevan a esta y los docentes no siempre tienen el tiempo ni están preparados para atender situaciones disímiles, y muchas veces complejas, en grupos generalmente superpoblados.
El ausentismo docente también es un problema y se ha mantenido a lo largo de la última década, según un informe realizado el año pasado por la Inspección de Institutos y Liceos del Consejo de Enseñanza Secundaria (CES) que indica que en 2007 el 14,6% del total de horas docentes no fue dictado, cifra similar a la de 2006.
Estos datos son ilustrativos de dos problemáticas que afectan a nuestra Educación Media, que no están desconectadas entre sí, con independencia de la existencia de otros problemas, como la necesidad de nuevas opciones de estudio que preparen, en períodos relativamente cortos, para la inserción en el mercado laboral. Por tratarse de un tema tan complejo, poco ayuda que quienes tienen a su cargo la responsabilidad de tomar definiciones para comenzar a resolver estas cosas intercambien acusaciones mutuas. Lo que se necesita es que, de una vez por todas, se encare seriamente el problema, de forma tal que no sigamos perdiendo calidad educativa y oportunidades de desarrollo de capacidades y competencias de nuestra gente.
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