Opinion | 18 Oct En una de sus acostumbradas reflexiones en voz alta, el ex ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca y actual senador, José Mujica, lanzó la idea de que nuestro país está en condiciones, o más bien debería, «importar» campesinos desde países como Bolivia y Ecuador, para que trabajen la tierra, porque en esos casos se trataría de auténticos trabajadores que vuelcan su esfuerzo para obtener lo mejor de la tierra, en tanto en el caso de Uruguay la mayoría «ven un pico y una pala y disparan».
El concepto del potencial precandidato de la fuerza de gobierno indica que el legislador tendría una imagen poco edificante de parte de la fuerza laboral menos favorecida del país, a la que en buen romance habría que sustituir parcialmente o por lo menos «apoyar», para que produzcan, con el paradigma de un campesinado que sí sabe de sufrimientos, esfuerzos y valoración de lo que significa la tierra para quien la trabaja.
Por encima de que estamos ante un insulto gratuito para miles y miles de compatriotas radicados en el campo que contrariamente a lo que piensa Mujica, sí saben de «agachar el lomo», aunque no siempre con un esfuerzo bien recompensado, la valoración despectiva debería en todo caso exponerla ante su propio partido, porque durante dos años, por lo menos, el gobierno alentó que se dejara el pico y la pala de lado por recibir el Panes a cambio de nada, para ir pagando la «deuda social».
Claro, el mensaje no cayó en saco roto: ¿Para qué trabajar, si se puede recibir el ingreso ciudadano y mientras tanto, si se cuadra, ir tirando con alguna «changa ocasional», en negro, para no perder el beneficio? Y pese a la idealizada imagen que tiene Mujica del campesinado de aquellos países, sobre todo del de Bolivia —que le dio la espalda al mismísimo «Che Guevara» en la década de 1960, que no pudo venderles la revolución cubana- , mucho nos tememos que de resultar viable la delirante «importación» de esa masa laboral, en poco tiempo los campesinos van a aventar el pico y la pala para gestionar el pago del Panes, solo para ponerse más o menos a tono con la realidad de nuestro país.