Locales | 24 Oct Desde el año 1995 el Laboratorio Tecnológico del Uruguay viene articulando un programa en el interior del país avocado al desarrollo local en las pequeñas comunidades. A partir de un estudio preliminar y tras detectar ciertas necesidades, se identifica gente en el interior que tiene que buscar otro recurso económico que en algunos casos no tiene que ver con producciones tradicionales y que ayuda a la economía familiar. Básicamente se trata de concretar una actividad de desarrollo local y cuales son las cosas buenas que se pueden generar en cada uno de los lugares visitados. Las experiencias han tenido muy buenos resultados en localidades de los departamentos de Rocha, Cerro Largo y Treinta y Tres, donde el programa ha desarrollado fuertemente proyectos que han avanzado decididamente. En Paysandú las experiencias se han ejecutado en Lorenzo Geyres, en la propia ciudad y ahora en El Eucalipto. Además de la capacitación, se le agregan otras actividades ya que una vez al año se organiza en Montevideo y dentro de las propias instalaciones del LATU y en articulación con las intendencias del Interior, con el Ministerio de Ganadería Agricultura y Pesca (MGAP), y con el Instituto Nacional del Investigación Agropecuaria (INIA) y algunas Organizaciones no Gubernamentales (ONG) un encuentro de productores artesanales. Se trata un evento denominado «Lo Nuestro», en donde la gente que forma parte de este programa llega para poder comercializar sus productos. Este año el encuentro se desarrollará desde el 21 de noviembre y se extenderá durante diez días.
El especialista en desarrollo local del departamento agroalimentario del Laboratorio Tecnológico del Uruguay, técnico agropecuario Carlos Ayres, precisó que «desde el origen del programa se han ejecutado arriba de los 150 proyectos en todo el país». Agregó que «las experiencias de ‘Lo Nuestro’ le permiten al productor ingresar a un escenario totalmente diferente al que está acostumbrado en su localidad, ya que el encuentro moviliza a unas 24 mil personas. Lo que importa es la experiencia, se puede vender, poco o mucho. Yo siempre recuerdo a una señora del interior que cada vez que pasaba un potencial cliente frente a su puesto de venta bajaba su cabeza y miraba el piso, y esa señora se dio cuenta sola que la mujer que estaba en el puesto de al lado recibía a la gente y le mostraba su producto».
«Quien busca este tipo de mercadería no persigue la marca, pretende obtener la elaboración artesanal, casera y que no contenga aditivos. Se pretende rescatar a la organización familiar y con otros vecinos».
Ayres se muestra sorprendido por la fuerza que tiene la mujer en estos territorios. «Hay que ver como en ciertas crisis económicas como las que hemos pasado, la mujer se la puede ver más entera. El hombre puede levantar una carga de ochenta kilos, pero la mujer – de a kilo – puede levantar hasta ochocientos kilos», subrayó.