Paysandú, Domingo 26 de Octubre de 2008

La voz del público

Locales | 19 Oct No renunciar a la
capacidad de decidir
Una de las mayores tragedias del hombre moderno es la de renunciar, a veces sin darse cuenta, a su capacidad de decidir. Por otro lado, quienes manipulan a las personas y a los medios, se encargan de alimentar esa idea de incapacidad. En las actas del Senado, en oportunidad de discutirse la reforma constitucional, encontramos un pensamiento que no pierde vigencia: «Hay localidades del Interior del país que solo sobrevivirán en la medida en que tengan un buen gobierno local». Compartimos íntegramente esta opinión, que no hace más que confirmar la nuestra, sobre la importancia de las autoridades locales.
La autoridad local está más cerca de los problemas que afectan a la gente y debe buscar las primeras soluciones a esos problemas, ya sean relacionados al trabajo, a la vivienda o a los servicios esenciales. Un gobierno local no puede ser mero espectador de la realidad cumpliendo órdenes de un jerarca superior que se siente iluminado. Por lo que para mejorar la herramienta primaria, el gobierno local debe ser autónomo. La autonomía amplía las posibilidades de trabajo. Un gobierno local con autonomía administrativa, económica y política puede transformarse en motor de desarrollo local, pero debemos definir con claridad lo más importante, la gente debe decidir quien maneja la herramienta.
Todos sabemos que por buena que sea una herramienta, ella por si sola no logra los objetivos para los cuales fue creada. Es obvio que un gobierno local funciona bien sólo en manos de personas calificadas, personas con capacidad y competencia que pueden hacer cumplir al gobierno local los cometidos que tiene. Si el trabajo de los gobernantes locales no nos gusta, debemos buscar las culpas en nosotros mismos, quienes somos los encargados de elegirlo. Si elegimos mal el gobierno no funciona. No podemos pedirle peras al olmo.
Pero no podemos confundir la institución con los gobernantes. A nadie se le ocurrió decir que debíamos eliminar la institución Intendencia Municipal porque un intendente fue corrupto y terminó preso. Si alguien hubiera planteado esa hipótesis, hoy estaría internado en un manicomio. De la misma manera, poner en tela de juicio la institución autoridad local —hoy denominadas juntas locales— porque los gobernantes no cumplen con su cometido- es algo desubicado, propio de quienes no entienden, por un problema de malformación cívica, que en la vida democrática lo importante es la defensa de las instituciones.
La institución, los gobiernos locales como las juntas locales, sean o no autónomas y sean o no electivas, como las únicas tres que tenemos en nuestro país, Río Branco, Bella Unión y San Carlos, es la herramienta, es el único camino hacia la descentralización, es el primer paso hacia autoridades locales fuertes y con plena autonomía. Ese es el ejemplo de todo el mundo.
El único país que aún no tiene autoridades municipales locales, alcaldías, prefecturas, etcétera, es el Uruguay, y aún no las tiene porque quedan resabios autoritaristas en algunos intendentes que piensan que solo ellos tienen capacidad de gobierno, y utilizando las necesidades de la gente como lo expresáramos líneas arriba, quieren hacernos creer que tienen razón. Para algunos políticos capitalinos, donde se instalan los órganos de gobierno departamental preceptivos por mandato constitucional, Intendencia y Junta Departamental, los vecinos del Interior, donde hay órganos facultativos como lo son las autoridades locales, somos peligrosos, porque pensamos con cabeza propia y queremos actuar con autonomía. Por eso en lo posible, estas juntas locales no son nombradas. ¿Por qué será que los intendentes frenaron la posibilidad de reformar la Constitución en la cuestión de declarar electivas a todas las juntas locales de poblaciones donde hubieren más de 5.000 electores? Basta leer las actas del Senado para descubrir la respuesta.
El Proyecto de Ley de Descentralización determina la electividad de las autoridades locales pero le quita lo fundamental: la autonomía.
Los gobernantes locales, alcalde y consejales, estarán pintados. Pueden administrar lo que les permita el intendente, pero pierden la capacidad de gobernar. Y los casos actuales de juntas descentralizadas desaparecen. El Proyecto de Desconcentración, porque es eso, desconcentración, elimina las posibilidades de verdadera democracia participativa. Los intendentes siguen siendo los dueños de la pelota.
Lamentablemente, nadie se atreve a preguntar para qué seguir manteniendo las intendencias. Por qué no municipalizar en serio y que cada localidad tenga su alcaldía con autonomía política, administrativa y económica. Hace algunos años se decía que las instituciones no servían porque los políticos eran incapaces. Como resultado tuvimos la dictadura. Parece que a los dictadores de aquella época, civiles y militares, el discurso no se les olvidó, y pensando que al ser electos para un cargo democrático la gente podría haberse olvidado del pasado, quieren ahora hacernos el mismo discurso. Se equivocan.
Quienes defendemos los gobiernos locales, quienes defendemos la autonomía de la gente, quienes no creemos en los iluminados, seguiremos luchando para lograr que nuestro país comience a transitar por el camino de la descentralización seria, para que cada vecino sea responsable del lugar en el cual vive, en el cual posiblemente vivirán sus hijos y sus nietos. Democracia con libertad, libertad con responsabilidad y responsabilidad con autonomía. Profesor Julio Wasen


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