Paysandú, Martes 28 de Octubre de 2008
Locales | 24 Oct Sergio Martín Pereyra es un niño de once años al que ya se puede ver dominando los escenarios de encuentros sociales y festivales criollos en la campaña, aunque la ciudad también conoce de su entrega escénica y de su capacidad vocal. El muchachito tiene madera y si se lo propone seguramente llegará a ser el artista cuya imagen tantas noches le ha quitado el sueño.
Este niño cantor de las cosas nuestras encontró a través de la aparcería «El Relincho», que lidera su padre, un ámbito donde desarrollar y mostrar sus habilidades artísticas. Precisamente fue su padre quien le sugirió que aprendiera a tocar la guitarra para poder cantar en los fogones criollos.
Inmediatamente se disparó una continua participación en los encuentros de las aparcerías, cuando la propia paisanada le pedía que cantara y animara las ruedas interpretando canciones que identifican a las comunidades rurales, particularmente en el folclore.
Una guitarra archivada, propiedad de su padre, esperaba ansiosa que alguien fuera a su rescate. Seguramente no muchos en la familia imaginaron que alguna vez alguien se acordara de desempolvarla y como toda pieza celosamente guardada ya nadie hablaba de ella. «Mi abuelo se la había regalado a mi padre, pero como nunca nadie la pudo usar, estaba colgada en el ropero –como dice la canción– hasta que un día surgió la idea de aprender a tocar y así fui probando los primeros acordes».
Uno de sus referentes es la Sinfónica de Tambores, a quienes agradece por el apoyo, por las oportunidades de compartir escenarios y por la instrucción que ha recibido ante dificultades que tenía con algunas canciones. Confiesa que la participación en un concurso televisivo de talentos significó un paso muy importante y que el apoyo familiar y de sus amigos más directos se han transformado en sostén de su actividad musical.
Martín es alegre, divertido y muy simpático y esa innata condición contagia a las improvisadas plateas que aplauden eufóricas las actuaciones del cantor. «Me gusta ver a la gurisada que salte, grite, baile, aplauda, mientras yo estoy cantando, porque la gurisada del campo es algo muy importante para mí y espero que si llego a ser profesional sean ellos parte del público que me acompañe. Porque la gente que viene a verme es un público noble», expresa. Aclara que dentro de un par de años le gustaría tener su propio grupo musical y por ahora deja que las cosas fluyan con naturalidad, aunque tiene un grupo de amigos que seguramente lo va a acompañar.
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