Paysandú, Sábado 01 de Noviembre de 2008
Opinion | 30 Oct Por fin, tras largos años de ser considerado y recibido apoyos que nunca se tradujeron en acciones efectivas, más allá de expresiones de buenos deseos y hasta gestiones iniciales que luego no fructificaron, Paysandú apunta a hacer realidad la incorporación de un museo de instrumentos étnicos, respondiendo así al ofrecimiento que formulara en su momento el sanducero Carlos Blanco Fadol.
Se daba así la paradoja –que refrenda el dicho de que nadie es profeta en su tierra—de que en el exterior se reconocieran los méritos y proyección de un museo de estas características, que recoge un legado cultural que de otra forma se perdería en la niebla de los tiempos junto con culturas que han ido desapareciendo en todos los rincones del globo.
Felizmente, las gestiones encaradas por la Intendencia a través de su titular, Julio Pintos, han permitido obtener apoyo financiero en el Ministerio de Educación y Cultura, con contrapartida municipal, para instalar parte de ese museo en el edificio en que funciona el Museo Histórico Municipal, tras haber quedado atrás otras posibilidades manejadas en su momento, que tropezaron sí con problemas económicos para la remodelación de locales manejados como posible sede para este fin pero también con un apoyo verbal que no se tradujo en hechos, ante otras prioridades.
Naturalmente, a esta altura todavía queda un largo trecho por recorrer, desde que estamos ante anuncios que requieren un camino de instrumentación, y no sería la primera vez que lo anunciado quedara en buenas intenciones. Pero no es menos cierto que todo indica que existe voluntad de agotar etapas para que este proyecto «añejado» se haga realidad.
Por supuesto, para el ciudadano común, el que tiene otras prioridades que no pasan por el acervo cultural y está en la inmediatez y las urgencias de todos los días, puede parecer una trivialidad y un tema inherente solo al Ministerio de Educación y Cultura, pero los sanduceros todos, aún dentro de las dificultades, debemos hacernos un lugar para hacer realidad el concepto de que no solo de pan vive el hombre, y que en este caso, sin perder de vista las urgencias de la obra municipal, también se debe tener en cuenta que con escasos recursos se pueden apoyar proyectos de esta envergadura.
Paralelamente, también es positivo que por gestión municipal se haya obtenido el apoyo de la Unión Europea en un monto del orden de los 800.000 euros para instalar un parque tecnológico en el ex local del ONDA de Leandro Gómez y 33 Orientales, en el marco de un proyecto que está a tono con los desafíos que plantean estos tiempos, en los que la formación y capacitación de nuestros jóvenes resulta fundamental para acceder a los puestos laborales que se crean en áreas que tienen demanda que resulta insatisfecha por este déficit educativo.
Uno de los requerimientos más notorios se plantea en el área del software, donde se han creado cientos de empleos en Uruguay, pero a la vez existen miles de oportunidades laborales que no pueden aprovecharse debido al déficit en formación de nuestros jóvenes. La paradoja radica en que precisamente mientras existe un fuerte índice de desempleo en este grupo etario, la oferta laboral que se plantea está desfasada y por ende seguimos sin ocupar brazos y mentes por no haber estado a la altura de las circunstancias en cuanto a las previsiones educativas.
El parque tecnológico no es la solución definitiva ante este desafío, por supuesto, pero sí se enmarca en las respuestas que nos debemos los sanduceros y los uruguayos para por lo menos iniciar un proceso de reversión a este desencuentro, por encima del aspecto coyuntural y con la mirada puesta en el futuro inmediato y a mediano plazo.
El emplazamiento del parque tecnológico en ese lugar seguramente facilita la conectividad a través del servicio de Antel, por la cercanía con las instalaciones del ente, lo que también es un elemento a favor, y corresponde valorar este aporte, como el de la iniciativa para incorporar el museo de instrumentos étnicos, como ejemplos de lo que es posible hacer con disposición para ocuparse también de lo que pueden parecer cosas menores ante otras necesidades, pero que forman parte indisoluble del ladrillo a ladrillo con que se construye el futuro.
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