Paysandú, Lunes 03 de Noviembre de 2008
Locales | 02 Nov (Por Enrique Julio Sánchez, desde Estados Unidos). Este martes Estados Unidos decide su destino para los próximos anos, en una elección presidencial especialmente importante, en medio de la recesión y la crisis financiera generada por créditos hipotecarios «basura». Los electores deberán decidir entre el demócrata Barack Obama y el republicano John McCain.
Como si se tratara de un país latinoamericano, las campañas sostienen que la elección es entre el continuismo y la renovación. Como si de un país latinoamericano se tratara, el que va perdiendo en las encuestas —McCain-- agita el fantasma del socialismo (aquí sinónimo de comunismo) buscando evitar que los electores voten por el favorito (Obama).
Primero el gobierno de Bush nacionalizó parcialmente varios de los principales bancos, ante el temor de su bancarrota; ahora aparece el fantasma del socialismo. Pucha, ¿será esta la tierra de los gringos conservadores, de la primera potencia del mundo, de la fuerza policial mundial, o me habré equivocado de país? Después de todo Colón salió para las Indias y terminó en la otra punta del globo, llamando
América al continente e indios a los nativos.
En fin, que los gringos parecen dispuestos a darle la Presidencia a Obama, para convertirlo en el primer presidente negro, aunque esa no es la intención primaria. Lo que más les interesa a los electores es que les devuelva el dinero en sus bolsillos, la tranquilidad económica y la posibilidad de seguir aumentado a la quinta esencia su ya vasto consumismo.
El pasado miércoles de noche, en horario central, los dos candidatos hicieron uso de la televisión de alcance nacional para tratar de convencer a los indecisos y de asegurar a los definidos. En las siete principales cadenas, Obama presentó un spot de 30 minutos y McCain uno de 30 segundos. Obama gastó 13 millones de dólares, McCain pidió desesperadamente más dinero para poder terminar su campana. En este
país, sin dinero no hay supervivencia posible. McCain, ¿será la excepción que confirme la regla?
En los últimos días, barrio por barrio, casa por casa y negocio por negocio se ha desarrollado la pelea electoral, como si se tratara de una verdadera guerra urbana. Los candidatos --y miles de voluntarios que los apoyan-- buscaron el voto de todos los ciudadanos, incluidos los latinos.
Es que en esta elección como en ninguna otra, el apoyo latino es crucial, especialmente en cuatro de los doce estados más disputados: Nuevo México, Nevada, Colorado y Florida. Los cuatro suman 46 colegios electorales de un total de 270 que hacen falta para ganar la elección (según las encuestas hoy Obama cuenta con votos para alcanzar 330 colegios electorales).
En Nuevo México, Nevada y Colorado, aunque los latinos están inclinados por el candidato demócrata, la lucha es por los indecisos. En Florida los latinos están divididos casi a la mitad con respecto a sus preferencias electorales, por lo que la lucha es por ganar votantes del bando contrario para el propio.
En medio de la lucha electoral, el viernes se celebró Halloween, una fiesta dominada por los criterios comerciales. Los niños salieron a la calle, acompañados por los mayores, para golpear la puerta de los vecinos clamando por trick or treat (trato o truco), aunque la inmensa mayoría no estaba preparado para el «truco». Ocurre que se
espera que los vecinos entreguen golosinas (o dinero), lo que se interpreta como hacer un trato. Si no lo hacen, los niños deben hacer un truco, generalmente arrojar huevos o espuma de afeitar contra la puerta.
Al anochecer, acompañé a la familia Marcovich en pleno, mientras Micaela (con un disfraz mezcla de Vilma Picapiedra y bruja) y Lucas (con uno del Hombre Araña) recorrían las casas del vecindario buscando dulces, como muchos otros niños. Al final del recorrido, cada uno había juntado más de dos kilos de chocolates y caramelos.
Halloween es una fiesta de origen celta, que se celebraba al final del verano, el 31 de octubre del calendario cristiano. En ese día se suponía que los espíritus podían salir de los cementerios y apoderarse de los cuerpos de los vivos para resucitar. Para evitarlo, los poblados celtas ensuciaban las casas y las «decoraban» con huesos, calaveras y demás cosas desagradables, de forma que los muertos pasaran de largo
asustados. De ahí viene la tradición de decorar con motivos siniestros las casas en la actual víspera de Todos los Santos y también los disfraces. Y los gringos se lo toman en serio. En estos días, la ruta de reparto de diarios, por ejemplo, se transformó en un paseo de horror. Hace pocos días cayó la primera --y tempranera-- nevada, que provocó caídas de árboles y ramas, que no soportaron la cantidad de nieve caída. En Randolph los vecinos aprovecharon las ramas y árboles caídos para «decorarlos» con motivos fantasmales. En plena madrugada, movidos por el viento, los fantasmas parecían cobrar vida, mientras repartía un New York Times por aquí, un Wall Street por allá.
Halloween ha pasado. Mientras se quitan las decoraciones de los frentes de las casas, los ciudadanos estadounidenses esperan el «súper Martes» para volver a hacer frente a la gran pregunta: ¿Trato o truco?
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