Opinion | 03 Nov El oftalmólogo cubano Vladimir Villamil, quien integra el programa «Operación Milagro» en el Hospital de Ojos de Montevideo, abandonó su puesto para ejercer la profesión en Uruguay, aunque aclaró que su decisión «no tiene nada que ver con política».
El facultativo de 38 años dijo que es una decisión muy bien pensada, «lo que implicó un gran costo personal», pues dejó en Cuba a un hijo de 10 años, a su madre, y al resto de la familia. Sostuvo que decidió abandonar «Operación Milagro» para quedarse en Uruguay «a trabajar».
También señaló que no necesita pedir asilo puesto que tiene residencia legal en Uruguay, cédula de identidad del país y los títulos de médico oftalmólogo y especialista en cirugía ocular revalidados. Destacó que en Uruguay encontró «una sociedad con muchos derechos civiles, donde hay libertad y tranquilidad». Este nuevo caso -como los de tantos médicos, deportistas, artistas y científicos que decidieron quedarse en el país donde se encontraban temporalmente y pedir asilo político- revela que la realidad cubana no es tan buena como algunos pretenden que se crea. Actualmente, en nuestro país, muchos se ocupan de promocionar las «maravillas» de Cuba. Claro, ninguno de ellos decide radicarse en la isla y vivir bajo las mismas normas y situación del pueblo cubano.
Si bien su sistema de salud y educación, por ejemplo, son destacables, existen muchas interrogantes. ¿Por qué los medios de comunicación en Cuba están en manos del Estado central y de los municipios, y la política informativa la dirige el Partido Comunista cubano? ¿Por qué la ley electoral establece un solo candidato en el único partido habilitado para cada puesto en las elecciones provinciales y nacionales? ¿Por qué unos dos millones y medio de cubanos viven actualmente en el exilio? ¿Por qué muchos cubanos son capaces de arriesgar sus vidas –y la de sus hijos- buscando salir de la isla en forma ilegal? Es bueno que nuestro país mantenga relaciones con Cuba, como con cualquier otro país. Pero es totalmente innecesario cubanizarnos y apoyar y promocionar todo cuanto hace y sucede en ese país. Es muy fácil idealizar un régimen a la distancia, pero algo muy distinto es estar obligado a vivir bajo sus condiciones.