Locales | 03 Nov Expuesto a los rayos solares su chapa reverbera, pintada de azul oscuro, intenso, y los guardabarros negros. Claro está, se trata de un Ford A cuatro puertas, abierto. Y no tiene la capota. El tapizado de color negro también luce en muy buen estado.
Su propietario, que prefiere mantener su nombre en el anonimato, cuenta que su señor padre lo compró para que la familia aprendiera a manejar. Fue él el tercer dueño en la cronología de propietarios, desde que llegara hace ya muchísimos años a Paysandú siendo 0 kilómetro.
Fue reparado hace unos diez años, pues le habían introducido algunas variantes y ya no se presentaba en su estado original. Tanto, que hasta le habían colocado llantas deportivas, se le había pasado a 12 voltios y otros detalles más. Igualmente, alguna cosa le han mantenido actualizada, como los frenos hidráulicos, que sustituyen a los tradicionales de varilla y el parabrisas laminado, por mayor seguridad.
Volvieron a dejarlo a 6 voltios, se le instalaron las chapas originales para las bujías, un nuevo chicote de cables, también original y también se mantienen originales el distribuidor y el carburador.
Le colocaron zócalos originales, las chapas de origen para pisar sobre los estribos y nuevos vidrios a los faros, correspondientes al modelo.
El rodado es con rayos de alambre y la rueda auxiliar se ubica a popa.
El motor original, de cuatro cilindros, fue reparado y funciona muy bien.
Todo el trabajo realizado determina, entonces, que este automóvil se muestre casi como en sus tiempos de 0 kilómetro.
Vale citar que en el torpedo del auto aparece grabada la inscripción «junio de 1928». Agrega su dueño que «hacía alrededor de cinco años que no lo hacíamos arrancar, pero respondió de inmediato».
En suma, este automóvil que hoy presentamos es un referente válido de la marca del óvalo o, si lo prefieren, de un modelo como el Ford A, que también hizo historia.