Paysandú, Miércoles 05 de Noviembre de 2008
Deportes | 03 Nov Si no le dio mucha bolilla a la temporada y se acercó al Estadio Artigas solo para ver si Juventud Unida o Bella Vista se llevaban el título del Campeonato de Honor de Primera División del fútbol sanducero, usted tuvo frente a sus ojos 90 minutos que le reflejaron lo que fue este 2008 adentro de las canchas.
Quien apostó a sentarse en las tribunas del máximo escenario futbolístico de nuestra ciudad a ver una finalísima con todas las letras, se tuvo que haber retirado de la cancha más que conforme. Y ni que hablar si es hincha de Juventud.
Porque fue el verdolaga el que, como hizo a lo largo de todo este 2008 futbolístico, la peleó de atrás; en silencio, con dificultades, y se dio el lujo de salir airoso. Es que el equipo de Ramón Silvera, que sin lugar a dudas fue el más parejo a lo largo del año, le hizo frente a las dificultades hasta terminar empatando el tanteador sobre el final mismo del compromiso, obligando a una definición por penales que terminaría por hacer delirar a sus hinchas, jugadores, cuerpo técnico y dirigentes, que vivieron la sensación única de ser partícipes de una gesta histórica: por primera vez Juventud Unida alcanzó el título del Honor del balompié local.
Y así como el partido reflejó no solo la temporada sino lo que fue el año de Juventud, también esbozó la realidad vivida por Bella Vista.
Porque el papal tuvo un primer tiempo espectacular, como fue su Apertura, pero se comenzó a caer en el complemento de esta final, tal como le sucedió en el Clausura. Y sucumbió definitivamente desde el punto penal, como para confirmar lo sucedido a lo largo de la temporada.
Juventud fue la otra cara de la moneda no solo a lo largo del Honor, sino en esta finalísima. Porque las manos de Galván hacían fuerza para mantener el tanteador parejo con grandes atajadas, cuando el rival era claro dominador. Porque Bella Vista llegó una y otra vez y, de yapa, se encontró con un hombre de más en la cancha, en una situación ideal como para presagiar un partido teñido de amarillo y blanco ante el dominio demostrado.
Pero así como Galván mantenía la paridad en el arco, la expulsión de De los Angeles hizo lo mismo adentro de la cancha. Hasta que apareció Caratte, que tras un par de llegadas quebró la resistencia verdolaga para dar el primer paso rumbo al título. Juventud no sintió el impacto. Por el contrario, luego de ser dominado corrigió situaciones en el entretiempo y reaccionó en el complemento, provocando que los papales retrocedieran e intentaran volver a pegar de contra.
El equipo de Ramón Silvera desplegó todo su potencial, ensayó varias jugadas interesantes, pero sería un penal el que le permitiría seguir en carrera tras una exquisita definición de Benítez.
Juventud siguió buscando, convencido de que podía liquidar el partido y evitar la definición por penales aunque Machado, tras una rápida jugada, volvió a darle el festejo a los papales, que otra vez sacaban un cuerpo de ventaja. Pero tontamente Caratte primero, y Píriz después, condicionaron a su equipo al ser expulsados.
Juventud intentó aprovechar la situación. Y no le quedaba otra: le tiró con todo a Bella Vista, buscó de todas formas, hasta que en prácticamente la última incidencia, la cabeza de Aramburo ilusionó a los verdolagas con un milagro.
Así llegó la hora de los penales. Y, como en los 90 minutos, el partido parecía para uno y luego para otro. Pero el propio Aramburo, elegido para ser el héroe de la noche, sería el encargado de sellar una final para el recuerdo.
Porque fue un partido emotivo, quizá sin demasiado fútbol pero con el corazón jugando cada pelota. Y porque, en definitiva, con el paso de los años más de uno podrá decir «yo estuve ahí» cuando se recuerde el primer título de Honor de Juventud Unida. STB
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