PAYSANDÚ INTERIOR

Locales | 07 Nov En la actualidad no es muy frecuente que los estudiantes de un centro educativo se vean seducidos por el lugar al que concurren a estudiar. Por eso, el sentimiento de pertenencia que generan los centros de enseñanza en el ámbito rural despierta cierta curiosidad a quienes viven en las ciudades. Mientras las escuelas son el fiel exponente de la familia que vive en el campo, los pocos liceos rurales generan el mismo vínculo. En cierto modo son el único lugar en el que —además de estudiar– se dispara una importante cantidad de actividades paralelas, motivando a estudiantes y a familiares a desarrollar otras movidas sociales.
El liceo rural de Piedras Coloradas –que el próximo año cumplirá sus veinte años– alberga a unos 91 alumnos, cuenta con cuatro grupos y atiende a estudiantes de primero a cuarto de ciclo básico y primer año de segundo ciclo. Además de residentes en la «capital de la madera», allí concurren adolescentes de Orgoroso, Esperanza, Estación Porvenir, Colonia 19 de Abril, Arroyo Negro y de estancias cercanas. Las clases son dictadas por veinte profesores y el centro educativo posee una biblioteca, sala de informática, salón multiuso, cocina comedor y huerta.
Los propios chiquilines se encargan de las actividades no curriculares, como el mantenimiento de la quinta, acondi- cionamiento del jardín de entrada y hasta en algunos casos pintura y mantenimiento general del edificio. Durante nuestra visita al establecimiento pudimos observar parte de esos trabajos, como la restauración de un viejo vagón cedido por la Administración de Ferrocarriles del Estado (AFE), el que los chicos mostraron y explicaron sobre los trabajos de refacción a los que fue sometido.
Y por si todo esto fuera poco, tiempo atrás un grupo de alumnos sacó las medidas para la construcción de una cancha multiuso. Afirmaron que perfectamente en un terreno contiguo al patio central puede levantarse otro de los proyectos anhelados por los propios estudiantes.
Los alumnos de bajos recursos económicos tienen acceso a la comida en forma gratuita. La mayoría de ellos no proviene de familias bien constituidas y eso se debe a la cantidad de horas que los padres deben permanecer fuera del hogar por asuntos de trabajo. Es así que muchos están bajo la tutela de abuelos, tíos o hermanos. Según explicaron algunos profesores consultados, el liceo de Piedras Coloradas es el único medio socializador para los jóvenes que allí concurren.
El material que dispone el liceo es interesante: la biblioteca posee un libro por alumno, mientras que la sala de computación cuenta con diez máquinas. Los alumnos que abandonan los estudios llegan al 10%, pero ello se debe a la realidad que presentan las zonas rurales, pues es muy común que comiencen a trabajar a muy temprana edad.
El centro cuenta con un equipo interdisciplinario que atiende a los alumnos que necesitan de otros apoyos profesionales para su desarrollo individual. El nivel de estudio es muy similar al de cualquiera de los liceos de ciudad y hasta en algún caso es mejor. Algunos docentes consultados afirmaron que si se les exigiera un poco más, se obtendrían muy buenos resultados.
También han crecido en el ámbito de las empresas juveniles, gracias a las cuales pueden intercambiar realidades con otros liceos del país.
La mayoría de los estudiantes concurre en vehículos particulares, aunque aquellos que no tienen posibilidades cuentan con boleto estudiantil gratuito. En un tiempo el centro contó con un micro propio, pero los altos costos de mantenimiento hicieron inviable el servicio. El transporte cubría las localidades de Piedras Coloradas, La Tentación, Arroyo Negro, Las Flores y Orgoroso.