Paysandú, Domingo 09 de Noviembre de 2008
Locales | 09 Nov El primer recuerdo que tengo de un clearing de informes es de mi infancia.
Don Enrique --hombre que se daba mañas para cobrar-- colocó en la puerta de su almacén cinco nombres de vecinos que se habían olvidado de pagar la yerba y el kerosén (y el gofio y la Bidú y los fideos y la barra de jabón y el alcohol azul).
Al principio la idea indignó a los cinco morosos y a los 50 que podían caerse en cualquier momento adentro del pizarrón.
Cualquiera sabe que de amoroso a moroso hay una sola letra.
Con el correr de los días el barrio se fue acostumbrando a la novedad y los deudores comenzaron a pagar --no para recuperar el crédito-- sino para no caer en el escrache del depravado almacenero.
Para complicarla más, el orden que le daba Don Enrique era directamente proporcional al monto de la deuda, por lo que este pizarrón era mucho más interesante que el de la quiniela.
— Mirá, hoy está González a la cabeza, subió a los dos Doña Celeste y desapareció de la lista el Tincho.
Claro… no había televisores, así que a falta de telenovelas… buenos eran los pizarrones de los almacenes.
El segundo clearing que recuerdo fue el informativo del mediodía de la radio de mi pueblo.
El locutor después de comunicar cuál portera había que dejar abierta, a qué hora llegaba la encomienda a la estación y cómo seguía la enfermedad de Doña Elsa, con la misma voz grave que ponía para dar las necrológicas decía:
— Tienda La Esquina solicita a las siguientes personas tengan a bien pasar por su local.
No decía más nada, pero todos sabían que era un eufemismo por:
— Los que vamos a nombrar que vengan a ponerse porque los vamos a seguir quemando todos los mediodías.
Ahí también se daban altas y bajas y las vecinas veían mejorar la situación de algunos y empeorar la de otros, amén de comentarios como «Así es fácil… compró una Volcán pero sigue sin pagar el traje del 25 de Agosto».
Por los ‘60 y los ‘70 con la aparición de los electrodomésticos, los comerciantes empezaron a contactarse más entre ellos.
Comieron asados juntos, se encontraron en los clubes, se llamaron, se cruzaron a la salida de misa y en algún partido de truco.
Una noche --en pleno partido-- el Turco Barab le dijo a Don Méndez:
–Estuvo el novio de tu sobrina por la zapatería a pedirme fiado un par de Incalcuer y… Flor.
Y Don Méndez le contestó:
— Tené cuidado que a mí me clavó con un combinado y… —Contraflor al resto. Y la información se la empezaron a pasar ellos sin necesidad de radios o pizarrones.
De a poquito y como bobeando quedamos incluidos en un banco de datos que desnudaba cada una de nuestra carencias, de nuestros olvidos y de nuestros errores.
Nos escracharon mal… pero mal.
Una cuota impaga o incluso aquella vez que le salimos de garantía a un amigo nos dejó en orsai delante de un estadio entero.
Y aunque la constitución protegía nuestro derecho a la privacidad, igualmente las empresas privadas empezaron a manejar nuestra información sin ningún tipo de control de nadie.
Algunas puertas comenzaron a cerrarse y no sólo para comprar un pantalón a crédito. Se cerraron también --a partir de una información bien distribuida-- para alquilar apartamentos, conseguir un empleo y operarte de apendicitis.
Todo ciudadano denunciado por un socio del Clearing de Informes pasó a ser mal pagador hasta que demostrara lo contrario.
Y si en los 70 fuimos categoría A para acceder a los empleos, B para no trabajar en la docencia y C para quedar excluido del mercado laboral, apareció la «D de deudor» como la nueva categoría del siglo 21.
Miles de empresas afiliadas y una base de datos con información sobre un par de millones de uruguayos comenzó a pasearse alegremente por nuestro país.
¿Violatorio de la privacidad, de la libertad y de los derechos humanos?
Esas son las reglas.
Así que el consejo parecería ser: cuando llegues a un lugar que no conocés y veas que te atacan sin piedad, deberías usar las armas de los que te están atacando.
Para intentar sobrevivir.
Si te están tirando con piedras y ellos llegaron antes ha de ser porque piedras sobran por el suelo.
No te pongas a buscar palos… que mientras los buscás te bajarán con un adoquín en la nuca.
Y hasta tanto veas cómo destruir sus armas, andá usando las de ellos. Entonces… si ellos nos han ordenado alfabéticamente en una lista a la que llamaron Clearing de Deudores, de Informes o como sea, propongo oficialmente confeccionar otros clearing que nos ayuden a nosotros, los desamparados del planeta tierra.
¿Por qué?
Porque hay áreas en las que estamos desprovistos de información.
Esto es muy bueno, sobre todo cuando uno llega a un barrio nuevo, a una ciudad nueva y desconoce el pasado de las personas.
Hay que darle crédito a personas que lo perdieron hace muchos años (crédito para creerles, no para comprar televisores).
-- Buen día, vengo al médico de guardia ¿quién está?
-- Está Pastrafulati al que ya se le murieron 3 pacientes esta semana o Gallinaris que los pacientes le hicieron un monumento el otro día. ¿A cuál de los dos quiere ver?
Yo quiero un Banco de Datos que cuando me vaya a mudar a otro barrio, pueda saber si mi futuro vecino escucha música al mango hasta la madrugada, sale desnudo a tender la ropa o le pega a la mujer y yo me tengo que meter a defenderla.
Quiero un Banco de Datos para que las mucamas sepan que si van a lo de Gurrizola - Barbachea, la vieja (perdón… la señora) las va a insultar si le ubican mal los cubiertos y encima se rajará para Buenos Aires sin pagarles.
Un Clearing de Informes para que los niños sepan que la maestra que les puede tocar en esa escuela es gritona, está de mal humor porque el marido se rajó con una rubia y zamarrea a sus alumnos porque cuando era niña la mamá la colgaba de la parra.
Quiero un Banco de Información de patrones que acostumbran a no declarar los jornales ante el BPS o a declarar menos para pagar menos aportes.
Quiero un Clearing de Automovilistas con accidentes de tránsito sobre sus espaldas. Quiero una calcomanía pegada en el vidrio de atrás que diga «este auto es manejado por una señora que chocó seis veces y atropelló a tres tipos» así me le alejo bastante.
Quiero saber cómo se comunican con la mujer y con los hijos los comunicadores de la radio y de la televisión. Quiero un Banco de Datos de perros mordedores, debería saber que desde la casa del portón azul me va a salir un rottweiler que va a desayunar conmigo (que va a desayunarme).
Quiero saber cuál mozo va al baño, no se lava las manos y sigue atendiendo las mesas.
Quiero saber qué abogado se pasó en el medio del juicio para el otro cuadro y utilizó información privilegiada.
Reclamo un Banco de Datos para que Peñarol no siga comprando porquerías en el exterior, alguien que me informe qué antecedentes de actor tiene el crítico de teatro que me dice que no vaya al Galpón, quiero un banco de datos de consumos del tipo que me lleva en su taxi, su ómnibus o su avión; quiero información de enfermeras que no encuentran la vena, antecedentes del niño que viajará a mi lado por dos horas en un ómnibus (con información de control de esfínteres), quiero un Clearing de técnicos para conducir la selección nacional, de políticos con antecedentes (incluyendo los penales, como en el fútbol) de militares que guapearon con mujeres o con gente atada, quiero datos de comentaristas deportivos ¿en qué equipo jugaron? Quiero saber a qué bombero se le quemó la casa, a qué juez de fútbol la mujer le sacó la roja y se desquita con mi cuadro; qué placero pisa el césped en su casa. Quiero los pecados de los curas, quiero saber qué meteorólogos se comieron los vientos del 23 de agosto. Quiero saber cuántas veces chocó el tipo que me toma el examen de conducir, cuántos dentistas tienen caries, qué sexólogo no firma ni en Navidad, qué escribano le miente a la esposa, cuántas veces sacaron algo en la quiniela los tipos que hacen horóscopos o predicen el futuro; qué comió en las últimas semanas el pollo que voy a hacer esta noche a la parrilla, cuán justos son los jueces y fiscales con sus hijos, cuánto contamina con su auto y cuántos cigarros fuma el gobernador de Entre Ríos y el resto de los ecologistas (incluyendo indagación de flatulencias)…
Ees decir, si vamos a informar, informemos de todo y no sólo de lo que estamos debiendo… incluso de los tipos que escriben estupideces en los diarios.
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