Paysandú, Martes 11 de Noviembre de 2008
Locales | 07 Nov Las historias que se publican en esta sección procuran reflejar parte de la vida de los habitantes de los poblados del interior departamental y nos permiten comprender un poco más otras realidades, que en mucho de los casos no están en el pensamiento colectivo de quienes viven en la urbe.
Y entre esas personas están aquellos que a muy temprana edad asumen un compromiso con ellos mismos y con su entorno, proyectándose hacia un futuro mejor. Es el caso de un adolescente que, pese a tener posibilidades de continuar con sus estudios en la capital del departamento, prefirió inscribirse en un liceo rural. No es el único caso de chicos que deben recorrer unos cuantos kilómetros para poder cumplir con sus estudios, pero en él pretendemos reflejar historias similares, las que muestran el grado de compromiso y las ganas con las que un puñado de adolescentes enfrenta el destino.
Juan Daniel Dalmás tiene 14 años y cursa segundo grado en el liceo de Piedras Coloradas. Para asistir, un mayor habilitado para conducir lo traslada 40 kilómetros todos los días. Es el mayor de tres hermanos y viven junto a sus padres en cercanías de arroyo Negro. Antes de ingresar al liceo, tuvo la oportunidad de inscribirse en un centro educativo en la ciudad de Paysandú, pero decidió anotarse en el liceo de Piedras Coloradas, asegurando que se sintió mucho más identificado por su propio entorno social. Mientras conversábamos se mostró algo tímido y reservado, pero seguro en cada respuesta, actitud casi exclusiva de los habitantes de la campaña.
Como otros tantos chicos de su edad que viven en el campo, disfruta de las cosas que lo rodean. Aunque asegura que es muy temprano para pensar en una carrera universitaria, se mostró muy estimulado por los estudios en el liceo rural. Confiesa que «por ahora no tiene resuelto qué carrera va a seguir, que todavía falta mucho», pero imagina que sus estudios estarán vinculados a temáticas relacionadas con el campo, como veterinaria o agronomía. Los fines de semana pasa junto a sus familiares dedicando un buen tiempo a la recreación con sus hermanos y los primos que lo visitan. Para Juan el liceo «es como un segundo hogar». Las tareas desarrolladas en el centro educativo revelan ese sentimiento de pertenencia que mantiene lo suficientemente ocupados a los estudiantes que allí concurren, donde una colecta, una colaboración o una campaña para recaudar fondos son algunos de los medios por los que transforman en realidad algunos de sus proyectos.
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