Paysandú, Martes 11 de Noviembre de 2008
Deportes | 10 Nov Hace ya tiempo que Paysandú no tiene un referente tras el retiro de Mauro Blanc. Es verdad que Víctor Neves y Adriana Herrera intentan abrirse camino, pero el boxeo sanducero se quedó hace tiempo sin un ídolo que se calce los guantes arriba del ring.
Y tal como sucedió en su momento con Juan Alberto Barrero, que prácticamente se hizo sanducero por adopción y se dio el gusto de llenar el Estadio Cerrado cuando enfrentó –y perdió— a Rodrigo Benech por el Campeonato Uruguayo, todo hace indicar que se está a punto de que Paysandú abrace como propio a uno de los mejores púgiles uruguayos del momento.
Noé González (29), el pandense que hizo prácticamente toda su carrera en Argentina, y que volvió a ruedo de la mejor manera después de poco más de un año de inactividad, quiere hacerse fuerte en Paysandú tras su vinculación al empresario sanducero Sergio Márquez. Y todos los caminos, al menos en lo previo, parecen llevar a que el arca boxística de Noé ancle por estos lados, en los que ya se siente como en casa.
Buscando su lugar en el mundo
Por el momento, González se traslada con su familia de Rosario —donde conoció el boxeo en serio e inició su carrera— a Paysandú. Va de acá para allá, aunque Paysandú comenzó a «tirar». «Vine un par de veces y la verdad es que me han tratado muy bien. Estoy contento. Me gustaría establecerme acá e instalarme para tener una meta de, el día de mañana, meter la cabeza de lleno en Paysandú», dice quien confirmó que el próximo 6 de diciembre se mostrará por primera vez ante el público sanducero, al que pretende ganarse en base al bueno boxeo.
«¿Qué boxeador soy? Soy estilista. Y ahora estoy agarrando potencia y pegada. No soy noqueador de una mano sola, pero me gusta que la gente se vaya conforme del espectáculo. Siempre le quiero regalar buen boxeo», asegura.
«Me gusta pensar mucho y actuar a la vez, porque la cabeza y las piernas son importantes. Me gusta demostrar lo que sé y el tipo de escuela de boxeo que tengo, porque no es solo ir a meter una mano. A los pegadores les ganás con boxeo e inteligencia: si le hacés errar esa mano, y pasan 5 o 6 rounds y chau pegador», agrega González.
El púgil, admirador de Mohamed Alí, está lejos de lo que habitualmente se observa en los cuadriláteros uruguayos, evitando ese pegar, salir a lo loco y quedar al descubierto. «Tenés razón, ese defecto es común y lo he visto. Te agarra uno que piensa, te mete una mano por dentro y se terminó. Pero vienen de la escuela del técnico», responde.
Volver a empezar
Pero no todas fueron fáciles. Tras 14 peleas invicto («nunca me pusieron uno fácil, ¿eh?») y de conocer la derrota por primera vez ante Félix Sturm en Alemania, donde cayó por puntos nada menos que por el título de la AMB, González estuvo a punto de colgar los guantes.
«Nunca se me había pasado por la cabeza pelear por un título del mundo. Y cuando llegué, tampoco lo podía creer. Pero no había entrenado bien al punto que, si peleo hoy, creo que le haría las cosas más difíciles y hasta le podría ganar. Por eso espero tener la posibilidad de una revancha. Sturm tenía mucha experiencia porque había peleado con los mejores, De la Hoya, Castillejos… Para mí fue un orgullo», recuerda.
Pero tras volver de Alemania las cosas se volvieron complicadas y González estuvo parado por un año y dos meses. «Todo fue porque agrandaron demasiado un problema que tuve en los ojos, y se corrió el rumor de que no podía pelear porque tenía desprendimiento de retina. Y de repente me llamaba gente para decirme: ‘qué lástima que no podés volver a pelear’... Me habían quitado la licencia acá en Uruguay, y la verdad es que me quería morir porque no tenía nada.
Volví a Uruguay porque quería que me revisaran, saqué turno para un oftalmólogo importante de Montevideo, y después de los estudios me dijo que no tenía nada y que no tenía problemas para boxear», comentó.
González estuvo a punto de largar todo, pero «un día me desperté y me dije que tenía que taparles la boca a todos. Y volví con todas las ganas».
Esta vuelta al ruedo ya lleva tres peleas, en las que demostró lo que sabe, su estilo, sus ganas y los resultados que puede deparar el buen boxeo.
Noé volvió con todo, con ganas de hacer historia. Atrás quedó su Pando natal, y también su Rosario adoptiva, donde conoció el boxeo con 20 años. Hoy busca su lugar en el mundo donde mostrarse, donde sentirse como en casa. Y parece que el sitio elegido está acá.
UNA CAIDA MUNDIAL
Noé González (29) tiene en su haber una foja nada despreciable, más allá de su boxeo refinado. Con 18 peleas sobre sus espaldas, «El Carbonero» tiene nada menos que 17 victorias (9 de ellas por KO) y una perdida.
Su única caída fue el 30 de junio de 2007, cuando perdió por puntos en Alemania frente a Félix Sturm por el título mundial de la AMB.
Tras esta derrota, y debido a que «el rumor de que tenía desprendimiento de retina», se le quitó la licencia y estuvo inactivo hasta el 8 de agosto del presente año, cuando decidió retornar a nuestro país para hacer de las suyas arriba del ring y demostrarle a todos que estaba en condiciones.
Y lo dejó en claro: dejó por el camino a Mario Nieva, Cristian Rizzo y a Martín Islas, cayendo los últimos dos por KO.
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