Paysandú, Martes 11 de Noviembre de 2008
Locales | 10 Nov El programa Amanecer de Gurises atiende a alrededor de 60 niños y adolescentes en situación de calle, que son captados a través de actividades más atractivas que estar, en muchos casos, pidiendo monedas. Diariamente, entre cinco y diez menores prefieren estar en la calle que en sus casas.
Este programa trabaja con niños y adolescentes en esta situación desde hace diez años. Surgió a instancias de la Comisión de Minoridad, en enero de 1999, en convenio con Unicef y la Asociación Cristiana de Jóvenes. En enero de 2000 se realizó un convenio con el Instituto del Niño y el Adolescente en situación de calle, en la modalidad de club de niño. En febrero de 2007 se designó el programa con la modalidad específica de atención a 60 niños y adolescentes en situación de calle, haciéndose efectiva en setiembre de ese año.
El programa atiende a 60 chicos que deambulan en la zona céntrica, plazas, terminal de ómnibus, y en los alrededores de los estadios abierto y cerrado. Sin embargo, en calle se han encontrado alrededor de 250 menores en un año. «Algunos están un día, están una semana, están puntualmente porque hay un evento, están en calle pidiendo. O están en la feria; hay una población que está solamente en la feria», afirmó a EL TELEGRAFO Teresa Milano, integrante del equipo.
CAPTACIÓN EN CALLE
En la calle, un equipo de trabajo específico de siete integrantes hace la captación y abordaje de la situación y derivación. Esta modalidad se realiza en tres turnos (mañana, tarde y noche), seis días de la semana. Los domingos se cumple en el turno matutino. Se trabaja en parejas y la supervisión se efectúa en base a la participación de referentes preferenciales.
«Tenemos un recorrido fijo, porque toda la ciudad no podemos abarcar. Recorremos la zona de la terminal y el centro, desde Bulevar Artigas y avenida España hasta plaza Artigas, y a veces hasta plaza Colón. Los vemos y los abordamos, en general ya los conocemos a todos. Lo principal es ganarse su confianza, no invadirlos, que ellos se abran a nosotros. Es un trabajo de varios días hasta que logramos que tengan confianza, que empiecen a hablar», dijo.
Es beneficiosa «cualquier charla que sirva para inculcarle algún valor, hablarles de otras cosas que ellos no conocen. Ver qué intereses tienen, cuál es su deseo, qué les gustaría. Después se trata de contactar a la familia, ver la situación en la que viven. Después se trae el caso a la sede, donde se comienza a realizar el trabajo con la asistente social», añadió.
Lo principal es ganarse su confianza. «Por eso se cuida que la gente que trabaja en sede no sea la misma que trabaja en calle. Porque en sede hay que poner límites y si lo hacen los que están en calle, después no te quieren más. En la calle, tenés que ponerte en otro lugar, despojarte de todo lo que tenés como valores, no asustarte, estar abierto a un montón de cosas y ponerte un poco en los zapatos de ellos», explicó Milano.
TRABAJO EN SEDE
En la sede, con un equipo de cinco integrantes, se atiende a los niños en dos turnos (mañana y noche), de lunes a sábados. Se trabaja en apoyo a las tareas escolares y en talleres de educación física, manualidades, jardinería, sexualidad, música y cocina. Además, se hace un seguimiento escolar, visitando escuelas, liceos, y escuela técnica. Anualmente, los niños participan en campamentos, salidas didácticas y excursiones.
Milano señaló que «la idea del programa es buscarle las alternativas que sean más atractivas que estar en la calle. Porque no es delito pedir una moneda. El comentario de la gente es: ¿estos chiquilines no tienen casa? Sí, casa tienen, y si quieren los llevamos para que vean dónde viven. Si yo viviera ahí, también estaría en la calle».
El programa busca atraerlos de acuerdo a sus intereses. «El cyber capta. La monedita casi siempre es para ir al cyber. Instalamos computadoras acá, con juegos, Entonces cuando están en la calle los invitamos, y mientras están en la computadora trabajamos la educación, valores, un poco de cultura. Y así tenemos logros, pero son lentos. Lleva tiempo, es un proceso muy largo», dijo.
Los niños reciben además una merienda. Con apoyo del Hospital Escuela del Litoral, se desarrolla un programa de salud integral, que surge con el asesora- miento del equipo director del mismo.
Los beneficiarios del programa tienen atención odontológica completa. Paralelamente, comenzando con problemas específicos, se está desarrollando la atención pediátrica.
«Toda la contención y el calor, que creo que eso es lo más importante para ellos», indicó Milano. Al cumplir la mayoría de edad, si bien finalizan su estadía en el padrón, se busca su inserción en programas complementarios, sobre todo que pasen por el ámbito laboral.
TRABAJO CON MADRES
Como forma de fortalecer los vínculos familiares, comienza el proyecto Manos laboriosas, invitándose a las madres de los niños y adolescentes a participar en jornadas semanales. En estas, las madres o quienes cumplan ese rol, vendrán a la sede para aprender a realizar actividades comunes en el hogar y la atención de los hijos: confección, elaboración de jabones, cocina sencilla.
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