Paysandú, Domingo 16 de Noviembre de 2008
Opinion | 09 Nov En la largada de la campaña electoral uno podría preguntarse cómo será el después para nuestras ciudades. Si estaremos ante lo mismo de siempre o existirá la posiblidad de algún cambio esta vez. Nos referimos a la propaganda electoral.
No es dato nuevo que las campañas electorales agreden el medio ambiente. La cultura ciudadana ha desarrollado formas de comunicación que, por masificar los mensajes, no respeta los espacios públicos. Un claro ejemplo apolítico de esto son los pasacalles y las «pintadas» con motivo de los cumpleaños de 15. En muchas de nuestras ciudades, también Paysandú, es frecuente ver, en paredes del centro y vidrieras de locales desocupados, carteles pegados que promocionan diversas actividades o causas.
Esto, que forma parte de la cotidianeidad y a lo cual mansamente nos hemos acostumbrado, se intensifica durante las campañas electorales. Entonces, muros, columnas, soportes de semáforos y pasacalles pronto aparecerán invadiendo el espacio.
Y si bien parece imposible imaginar una campaña electoral uruguaya sin toda esa parafernalia que la rodea, sin fotografías de candidatos sonrientes que nos inviten a votarlos, en Montevideo los partidos políticos comenzaron a trabajar en busca de acuerdos para impulsar una campaña electoral «amigable» con el medio ambiente, emulando lo que se hace en otros países.
En España, por ejemplo, la última campaña electoral utilizó materiales reciclables, poco papel y mucha difusión por Internet como elementos propagandísticos.
En una reciente reunión llamada «Campañas electorales más amigables con el Medio Ambiente y el Medio Urbano, ideas y compromisos», impulsada por la Junta Departamental de Montevideo y realizada en esa ciudad, ediles, autoridades municipales y actores políticos pusieron el tema sobre la mesa.
Según informó la prensa capitalina, los asistentes hicieron una autocrítica y admitieron no estar libres de pecado en relación a cubrir con pegatinas los muros de la ciudad o colgar pasacalles en árboles y columnas, pero se escucharon pocas propuestas para revertir la situación y los compromisos no fueron del todo claros.
El intendente de Montevideo, Ricardo Ehrlich, invitó a los representantes de todos los partidos políticos a integrar un grupo de trabajo «comprometido con la ciudad y el espacio compartido».
Independientemente, la Intendencia capitalina recordó que hay usos del espacio público que no están permitidos por las reglamentaciones existentes. En todos los departamentos las hay, para la protección de la salubridad del espacio público; solo que en épocas electorales, especialmente, parecen olvidarse. Habrá que ver qué logra Montevideo en este tema y bueno sería que similar preocupación también la tenga el resto de las intendencias.
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