Paysandú, Viernes 21 de Noviembre de 2008
Opinion | 18 Nov La presencia hoy en Paysandú de los integrantes la Administración de los Seguros de Salud del Estado (ASSE) seguramente dará lugar a que más allá de las alternativas respecto a las incorporaciones que hoy se oficializan, las autoridades departamentales de la salud transmitan inquietudes y aspiraciones locales en áreas que son competencia específica de este organismo, así como eventualmente rindan cuentas de su gestión.
Y en nuestro caso, como órgano periodístico de Paysandú y del Interior, nuestras responsabilidades ante la comunidad no tienen dependencia jerárquica de ningún representante del gobierno, lo que nos permite formular sin ambages y con representatividad muchas de las interrogantes y reclamos que formula Paysandú, como así también el Interior todo en muchos aspectos.
La centralización de la medicina altamente especializada en Montevideo es un factor que tiende a agudizar las diferencias en la calidad de vida y en este caso de la atención médica entre la capital y quienes residimos al Norte del Santa Lucía, lo que implica una discriminación flagrante en desmedro del Interior, que se arrastra desde el principio de nuestra existencia como nación, y que por lo tanto no es responsabilidad exclusiva de este gobierno ni tampoco de las actuales autoridades de ASSE.
Lo que sí es de su responsabilidad, es que pese a las manifestaciones de buenas intenciones y algunas decisiones aisladas que no van al fondo del asunto, el Ministerio de Salud Pública y las comisiones y administradoras que de él dependen o funcionan con cierta autonomía, sigan manteniendo la misma actitud centralista de siempre, decidiendo invariablemente en función de los intereses de Montevideo.
En Paysandú, durante la presente administración, las autoridades ministeriales decidieron llevarse del hospital local el litotriptor que había sido acondicionado para su futura puesta en funcionamiento, en el marco de un proyecto integral que apuntaba a incorporar un centro de tratamiento urológico regional, para atender tanto a los pacientes del ámbito de la Salud Pública como privada.
Y, para dorar la píldora –por lo menos así lo han demostrado los hechos—quienes así lo hicieron en nombre del ministerio aseguraron que el aparato que se trasladó a la capital iba a funcionar en el Hospital Maciel para prestar servicios de litotricia, pero que los sanduceros podíamos quedarnos tranquilos de que lo antes posible el MSP iba a llamar a licitación para comprar uno o más aparatos, y que a Paysandú se le iba a devolver este equipo o mejor aún, se podría instalar uno de última generación.
Hasta ahora nada se ha informado sobre el aparato, tanto del que se llevaron como del nuevo y ni siquiera sobre la presunta licitación, cuando han pasado más de dos años y todo indica que estamos nuevamente ante una mentira piadosa para «justificar» un nuevo desborde autoritario del centralismo, confiando en que el tiempo haga olvidar el asunto.
Tampoco se han logrado realizaciones en cuanto al aparato de resonancia magnética nuclear que procura instalar la mutualista local, para su uso por los pacientes de toda el área de la salud, y para el que se ha pedido una autorización que todavía está sin dilucidar, dándole largas al asunto como si fuera un tema menor, y también se dejó morir la donación de un aparato de tomografía, con el argumento de que se trataría de un equipo obsoleto, aunque mucho se haya hecho para que ello sea así al dejar pasar el tiempo sin hacer nada en la burocracia capitalina.
A los younguenses este mismo ministerio les «vetó» la instalación de un moderno centro de atención traumatológica, para el que ya se contaba con una donación del gobierno italiano, porque no encajaba en la política del ministerio, que tiene otros planes. En este caso en particular, el MSP entendió que el proyecto estaba sobre dimensionado para la población que debía atender, desconociendo que buena parte de los litoraleños se atiende en el Sanatorio Adventista Puiggari, a 300 kilómetros de Paysandú. De igual forma, podríamos captar pacientes entrerrianos lo que desvirtúa la evaluación ministerial. Por otra parte es poco creíble que los italianos no hayan realizado estudios de factibilidad antes de pensar en una donación de este porte.
En tanto, con forceps, y a regañadientes, tras años de gestiones, se cuenta con el visto bueno del anterior titular de ASSE para instalar en Salto un centro cardiovascular regional, que es otra necesidad para el Interior profundo, pero en el vecino departamento ya se considera que los avances –si los hay—se dan con una lentitud exasperante, lo que podría significar un entierro de lujo para una iniciativa muy bien intencionada y que debería enmarcarse en la imprescindible regionalización de los IMAE, para que los ciudadanos del Interior no tengan que recorrer largas distancias y pasarse días en Montevideo, junto a familiares, para recibir tratamientos de alta tecnología, las más de las veces poniendo aún en mayor riesgo su salud y elevando los costos del tratamiento.
Esta lista, muy incompleta pero ilustrativa, indica que a los habitantes del Interior, pese a las palabras halagadoras y buenas intenciones en los discursos, se les sigue tratando como ciudadanos de segunda, a los que se les palmea afablemente la espalda pidiéndoles paciencia –como si no hubiéramos dado sobradas muestras de que la tenemos— y se les entretiene con migajas, mientras los recursos y la infraestructura sigue invariablemente el camino de Montevideo, como ha ocurrido siempre.
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