Paysandú, Sábado 22 de Noviembre de 2008
Locales | 19 Nov Toda entidad financiera al determinar la política de «conocimiento del cliente» debe analizar los riesgos de los de conformidad con los diferentes factores de riesgos a los cuales puedan estar expuestos, pero lo más importante es desentrañar quién es el «beneficiario final» de la transacción que realiza.
En los bancos y demás instituciones financieras existen los denominados «oficiales de cumplimiento», que son empleados encargados de establecer códigos de conducta, ejecutar y velar el cumplimiento de todos los mecanismos necesarios para prevenir la utilización de la entidad para el lavado de dinero.
Las señales de alerta se identifican gracias al conocimiento que se tiene de los métodos de lavado. El desarrollo de las organizaciones criminales, por una parte, y de la tecnología digital e informática por otra, cambiaron el panorama de los instrumentos de lavado de dinero. La globalización de la economía beneficia a las organizaciones criminales, que desarrollan mecanismos de lavado de dinero que les permitan inyectar rápidamente grandes cantidades de dinero de origen ilícito.
Es imposible describir con exactitud el universo de los diferentes métodos que usan los delincuentes para el lavado, y además es probable que sus métodos difieran de un país a otro, debido a las características económicas y factores propios de cada país, la complejidad de sus mercados financieros, los esfuerzos para cumplir las leyes y la cooperación internacional. Más aún, los métodos están cambiando constantemente.
Sin embargo varios organismos internacionales han elaborado excelentes documentos de referencia sobre métodos y técnicas de lavado de dinero. Por ejemplo el Grupo de Acción Financiera Internacional elabora un informe anual de tipologías y los divide por región.
Existen varias que constituyen lavado de dinero que la justicia puede no detectar, ya que no configuran delito alguno. Estadísticamente existen unas 150 metodologías para penetrar lícitamente al sistema financiero con el fin de lavar dinero. Algunos ejemplos son las denominadas «compañías de fachada», aquellas empresas que están legítimamente establecidas y que realizan una actividad comercial, no obstante son utilizadas para mostrar su actividad como fachada para el lavado de dinero producto de actividades ilícitas, mezclando los fondos ilícitos con sus propias rentas.
Las «garantías de préstamos» son otra modalidad muy utilizada: el lavador obtiene préstamos recibiendo dinero lícito y usa como garantía colateral los depósitos constituidos sobre fondos de procedencia ilícita, como certificados de depósito. Con ese crédito adquiere bienes y ese crédito se abona ejecutando ese certificado de garantía.
Y uno de los más importante métodos es el que se realiza a través de la compra y venta de bienes inmuebles. El lavador para tratar de justificar un incremento en su patrimonio vende un bien por un mayor valor que el de adquisición, pero también compra inmuebles a precios sobre facturados, pagando el costo real de los mismos al contado y concertando el pago en cuotas del saldo aumentado.
Los mayores impuestos derivados del aumento del precio corren por cuenta del comprador y el dinero que se paga en cuotas le es devuelto. Cuando quedan por pagarse algunas cuotas, inesperadamente el comprador deja de pagar y entonces el vendedor le inicia juicio y prontamente se llega a una transacción que es consagrada judicialmente. Esta ha sido la modalidad preferida por los lavadores de dinero en nuestro país, comprando suntuosos bienes ubicados en zonas balnearias, donde los valores son muy elevados. Aunque también se ha dado en el Interior, generalmente conectado con el delito de narcotráfico. Otro de los métodos utilizados por los lavadores es el de ayuda humanitaria a través, por ejemplo, de una fundación. Estas son creadas sin fines de lucro y usualmente se financian con donaciones.
Las donaciones y el anonimato de los donantes permiten esconder recursos en las fundaciones, con el fin de desviar los bienes de su origen ilícito.
También a través de los casinos, casas de apuesta y demás juegos de azar que son utilizados como fachada de la empresa criminal y otra como establecimiento pagador de utilidades al delincuente, en apariencia fruto del azar. Además, son utilizados para convertir el dinero ilícito en fichas que luego de un tiempo el lavador cambia por cheques o efectivo. Los casinos son considerados empresas de alto riesgo.
Otro ejemplo es el de compra de billetes premiados de lotería. En este caso el lavador establece contactos con el ganador del billete premiado y le ofrece comprar por un mayor valor y no realiza pago de impuestos. El delincuente reclama el premio y lo hace parte de su patrimonio, de esta forma trata de justificar frente a terceros su riqueza lícita.
Estos son simplemente algunos métodos de lavar dinero, que como he dicho, se han dado en nuestro país.
Según los informes internacionales Uruguay no prestaba la debida atención a la transparencia del sistema financiero en lo vinculado a las operaciones de lavado de activos. Se lavaba dinero fácilmente adentro y a través de Uruguay, dando a la plaza financiera una mala imagen, recibiendo reiterados reproches de países vecinos, como Argentina y Brasil, porque no estaba realizando sus máximos esfuerzos para combatir el blanqueo de activos derivados principalmente de la evasión tributaria o del incumplimiento de normas cambiarias. Sin embargo esta situación comenzó a revertirse poco a poco, de acuerdo a los informes de organismos internacionales. Uruguay actualmente cuenta con un sistema global contra el lavado de dinero que cumple con casi todos los patrones internacionales. Está en fase de consolidación y pone el acento en la capacitación de los agentes públicos y privados.
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