Paysandú, Lunes 24 de Noviembre de 2008

Recibimos y publicamos

Locales | 19 Nov Gracias Daniel
Conocí al doctor Daniel Damico en el invierno de 1972, cuando fuimos a su consultorio con mi marido, porque debía hacerse una extracción dental, con el consabido temor que implica el sillón del dentista.
Antes de recibir la punción anestésica mi marido sufrió una lipotimia neurológica. El doctor, sin perder un segundo, lo recostó al suelo y con algunas palabras certeras que hoy no recuerdo, lo sacó en cuestión de segundos y todo resultó un éxito. Salimos fascinados de que una persona tan joven lograra algo que venía prolongándose por meses. En ese momento creo que ni él sabía el don que Dios había puesto en su mente y corazón.
Por razones de trabajo (yo siempre trabajé en la salud pública y privada) mis pasos me llevaron a otros profesionales y así pasaron los años...
Siempre seguimos vinculados a Daniel por razones comerciales, y con el correr de los años, creo que por el ‘90, nos enteramos que estaba muy enfermo. Se manejaron toda clase de conjeturas, ninguna certera, hasta que al fin iluminado por Dios y su señora, artífice fundamental de este episodio, logró en Estados Unidos su diagnóstico y curación.
Allí comenzó en el doctor Damico una etapa dormida que ya estaba instalada en su alma desde que nació. Nada es casualidad, sino causalidad. Esta situación límite que le tocó vivir lo llevó a pensar que a otros también les podía pasar lo mismo, entonces vuelca su sabiduría en la ayuda a los demás. Muchos son los estudios holísticos aplicados por él hoy a la odontología e innumerables estudios de años a las cuales dedica otras diciplinas: metafísica, reiki, homeopatía, flores de Bach, feng shui, odontología bioenergética, autoconocimiento, control mental, neosiología, que lo llevan a lo que es hoy, pero por sobre todas las cosas mucho más allá de estas ciencias adquiridas, que son amplísimas, está ese corazón abierto y esa mano tendida cuando lo necesitan sus semejantes.
Daniel es un elegido, un ejemplo de vida, siempre dispuesto a dar y lo ha demostrado miles de veces.
Yo puedo dar fe de eso, porque a mí me cambió la vida, mi óptica, que ahora es ser feliz y hacer feliz a los demás.
Pensé que a mis 60 y tantos... ya había perdido la capacidad de asombro y vaya que no fue así cuando me encontré cara a cara con «De Sofía a Sophia» al entrar en el Centro Universitario, donde Daniel presentó su gran obra literaria; me invadió un caudal de energías nunca antes experimentado. La sala universitaria colmada de gente hasta la puerta y en la calle… Todo era silencio, espiritualidad, respeto, hasta la música escogida, la espiritualidad de los charrúas interpretada por Guidaí.
Qué distinto a tantos seudo autores que no logran llevar una taquilla de 50 personas, y ni siquiera ellos saben lo que escriben. Pero gracias a Dios todavía quedan seres como Daniel, a quien gestar su libro le llevó 9 años. Plasmar temas tan profundos en un léxico para todo el mundo no es nada simple. Y hablando de mundo, no me quedan dudas de que «De Sofía a Sophia» recorrerá el mundo para el bien de la humanidad. Gracias Daniel por todo esto por todo lo que vendrá.
Marita


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