Opinion | 28 Nov Cuando estamos transitando la primavera, el registro de altas temperaturas ya ha provocado este año que el consumo de agua alcanzara picos superiores a todas las marcas históricas para esta época. OSE ha convocado a la población a aplicar medidas de racionalización de su uso y a actuar con criterio a la hora de regar el jardín.
Los uruguayos tenemos el privilegio de contar con acceso generalizado al agua potable; pero, no por estar acostumbrados a ello, debemos minimizar su valor.
Con medidas sencillas, en cada domicilio y en cada comercio o industria es posible reducir los consumos sin afectar su utilización contribuyendo, al mismo tiempo, a evitar la escasez en las zonas más afectadas por la sequía.
Técnicos del organismo público responsable del agua potable aseguran que las reservas del vital elemento son suficientes para encarar la demanda que se generará en el verano, ya que tanto el río Santa Lucía, como la represa de Paso Severino en Florida están en niveles óptimos.
Sin embargo, la tranquilidad de que no nos faltará no debería ser una excusa para despilfarrarlo.
Darle al agua potable un uso prudente y racional es una necesidad y debería constituirse en una práctica habitual y no solo aplicable en tiempos de sequía y elevadas temperaturas. Acciones tan simples como cerrar la canilla mientras nos lavamos los dientes o racionalizar la utilización del lavarropas para hacer menos cantidad de lavados son aportes significativos al ahorro de agua potable y, además, nos significarán una reducción en el valor de la factura mensual por dichos consumos. Un inodoro con una fuga prácticamente imperceptible, por ejemplo, puede gastar 200 mil litros de agua al año. Cada litro que se ahorre será una gota de vida garantizada para el futuro y, además de estar cuidando un recurso en extremo valioso, estaremos sembrando con el ejemplo, en las generaciones futuras, la cultura de la preservación y el respeto.