Opinion | 29 Nov Anoche los guichonenses se reunían en el cine municipal de la ciudad y analizaban con preocupación la creciente inseguridad que se vive en las calles de la localidad, como hace un tiempo lo hicieron los vecinos de Quebracho y de barrios de la capital sanducera.
Lamentablemente, en lugar de estar deliberando para formular propuestas en torno a iniciativas de desarrollo de cada lugar, los ciudadanos de localidades a lo ancho y a lo largo del país deben unirse para tratar de no seguir perdiendo calidad de vida, que no solo es el empleo, la educación, la vivienda, el acceso a bienes, sino también el poder circular a toda hora sin el temor a ser asaltado, rapiñado o arrebatado, a no tener que cerrar los comercios tan pronto cae la noche, o rodearse de rejas, contratando servicios de seguridad y hasta armarse, para no quedar a merced de los malvivientes.
Este reclamo no es formulado ahora por dirigentes de la oposición política, como habían cuestionado integrantes del gobierno y la propia ministra del Interior, Daisy Tourné, sino que se trata de ciudadanos de todos los partidos que se sienten amenazados junto a sus familias, sin ninguna sensación térmica ni campaña promovida por los medios de comunicación, como ha sido también el argumento recurrente en el oficialismo.
Y a tal punto es creciente este clamor, que hasta en el propio Movimiento de Participación Popular (MPP), han surgido voces como las del senador tupamaro Eleuterio Fernández Huidobro, o el propio senador José Mujica, haciendo hincapié uno en que la población debería aprender a usar las armas para defenderse de los delincuentes, que tienen «otros códigos» que los de antaño, y otro en que a los drogadictos habría que poco menos que arrearlos «a prepo» a lugares de detención para que no sigan agrediendo a la gente.
Este cambio de actitud, de reclamo de mano dura, desde la propia izquierda, revela que hay una percepción que ha cambiado respecto a la de hasta hace pocos meses, tal vez por la cercanía electoral y ser este un tema en el que puede haber fuga de votos. Pero es una realidad que solo no ve quien no la quiere ver, y hace rato que debió empezar a hacerse algo para que la población no se sienta cada día más indefensa.