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Paysandú, Lunes 01 de Diciembre de 2008

GLADYS LONG

La fuerza de una mujer rural

Locales | 28 Nov Lucha, entrega y sacrificio. Dedicación, fortaleza y convicción. Con estas palabras es posible describir lo que hasta el momento ha significado la vida de una mujer que nació y se crió sobre las costas del río Uruguay. Gladys Long es una de esas tantas mujeres que viven en nuestra campaña y que no le teme a la adversidad, por más que ésta se ha empecinado en golpear mucho más fuerte de lo que cualquier individuo puede soportar.
Casada, a los 61 años es madre de tres hijos y abuela de ocho nietos, de los que está eternamente orgullosa. Su madre vive junto a la familia, y con 86 años todavía teje y cose para afuera.
La vida de Gladys estuvo pautada por tiempos duros. Algunas enfermedades y unas catorce operaciones son la muestra de las dificultades físicas por las que tuvo que atravesar. Aunque nada de ello le impidió seguir adelante. Nos cuenta que nació en los campos de su padre, en terrenos del Instituto Nacional de Colonización, sobre la costa del río Uruguay, en parcelas cercanas a la Meseta de Artigas.
«Allí pude formar mi propia familia, criar a mis hijos y proyectar mis sueños, los que no fueron fáciles de hacer realidad, ya que tuve muchos problemas de salud. Me levantaba a las tres de la mañana a ordeñar y luego transportaba la leche once kilómetros en carro. Cuando nos casamos, mi esposo era tropero, llegó a tener tres patrones, mientras que yo hacía quinta y vendía verduras. Nos dedicamos mucho al tambo. Durante años trajimos la leche a la ruta en épocas que había que cargar los tachos de aluminio, pero así nos fuimos haciendo», sostuvo.
Pese a las dificultades económicas, asegura tener una hermosa familia y cree mucho en Dios, afirmando que seguirá ayudando a otros, siempre que tenga fuerzas para hacerlo.
De su niñez destaca que fueron tiempos de lucha, asegurando que «la escuela cobra un papel fundamental en la relación de los vecinos».
Describe que todo se fue consiguiendo con trabajo y esmero. Y recapitulando el proceso de la Escuela 86 de Meseta de Artigas cuenta que el 25 de agosto de 1955 don Mario Juanicó cedió el predio del Instituto de Colonización para abrir una pequeña escuelita en la estancia «Santa Sofía».
Explica que «por aquel entonces éramos un total de 33 alumnos y la maestra que inició esta escuela fue Olga Delia Francolino. Todos fueron aportando lo suyo. Había un peón en el establecimiento de Mario Juanicó que fabricaba los bancos y las sillas en madera. Había que ver la entrega de los vecinos, todos trabajábamos por la misma causa».
«Así fue que pudimos levantar nuestra escuela rural. Hace unos ocho o nueve años que contamos con el nuevo local en un terreno del Instituto Nacional de Colonización y veinte años que tenemos la misma maestra, Susana Bodeant. Maestra de mis hijos y ahora de mis nietos».
Sobre la educadora acota: «es verdaderamente un ejemplo; los vecinos nos sentimos muy complacidos con su trabajo, porque es una docente muy dedicada a su escuela. Por eso los padres y los abuelos no podemos quedarnos de brazos cruzados».
«Chapicuy es una zona muy tranquila, con vecinos muy unidos. En tiempos en los que nuestros hijos venían a la escuela todos los padres nos poníamos de acuerdo; en una reunión de comisión preparábamos el mate y era una verdadera familia», finalizó.


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