Paysandú, Martes 02 de Diciembre de 2008
Opinion | 27 Nov Conocidos son los problemas que enfrenta Uruguay en materia energética al abastecerse principalmente de la generación hidráulica, lo que lleva a una dependencia estrecha de las lluvias que se producen en el país, o por otro lado, de las importaciones de energía que se pueden realizar desde los países vecinos como Argentina y Brasil, o de la generación mediante combustibles fósiles también importados.
En los últimos años las «emergencias» no han fallado a la cita debido a la escasa disponibilidad de agua en las represas en determinadas épocas del año, problemática que se ha intentado mitigar a través de planes de ahorro energéticos instrumen- tados desde el Estado.
La situación no es nueva y se ha tenido sistemáticamente que lidiar con ella en los últimos períodos de gobierno sin que hasta ahora se hayan brindado respuestas efectivas a esta problemática. Una de las alternativas históricamente manejadas fue la energía eólica, teniendo en cuenta que el remanente a explotar de energía hidráulica en Uruguay es muy poco, a lo sumo entre un 15 y un 20 %, según especialistas.
Si bien nuestra campaña conoció hasta la segunda mitad del siglo XX la existencia de molinos de viento domésticos, capaces de cargar baterías para iluminar una casa o un refrigerador —algunos de los cuales aún sobreviven aunque la amplia mayoría dejó de usarse al avanzar la cobertura de la electrificación rural—, el uso de la energía eólica para la generación de electricidad a nivel industrial no se desarrolló en el mundo hasta hace muy poco debido, fundamentalmente, a los altos costos de esta tecnología. No obstante, hay países que hoy son referentes mundiales en la materia, como es el caso de España, que cuenta con planes a largo plazo para el uso de esta fuente energética. Justamente, a España compró Uruguay —por una condonación de deuda— cinco molinos para el parque eólico de UTE en la Sierra de los Caracoles (Maldonado), que generan dos megavatios cada uno.
La semana pasada el Estado uruguayo comenzó a generar energía eólica con uno de esos cinco molinos, que proveerán a la red eléctrica y las primeras mediciones de rendimiento son auspiciosas. Por otra parte, según los especialistas, el paquete de energía que entrega el viento es mucho más previsible que el paquete de energía que entrega la lluvia y ese es un punto importante a tener en cuenta en un país que depende en un 70% del régimen de lluvia. La meta de Uruguay es que en 2015 haya 500 MW provenientes de energías renovables, lo que comprende tanto la generación por biomasa como eólica, abriendo la cancha a la generación privada. Una meta para la que aún falta bastante, pero para llegar a la cual finalmente se ha empezado a caminar.
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