Paysandú, Miércoles 03 de Diciembre de 2008
Opinion | 27 Nov Es innegable que la cercanía del año electoral tiende a distorsionar el microclima político, cuando aparecen a flor de piel sensibilidades exacerbadas y se ingresa en la búsqueda de rentas electorales, presentando a la ciudadanía visiones encontradas sobre la realidad, y cuando cada actor «acomoda el cuerpo» para quedar lo mejor parado posible.
También forma parte de este folclore que el político de fino olfato detecte dónde está el debe y el haber de cada uno, y procure enmendar situaciones en las que puede haber quedado descolocado en su momento, trasladando la factura hacia otras tiendas.
Claro, siempre resulta más fácil la crítica opositora al gobierno, desde que por mejor suerte que haya tenido el de turno en materia de escenario económico internacional para disponer de recursos, siempre va a haber sectores desconformes por el síndrome de la sábana corta, que impide satisfacer prioridades.
Pero en estos momentos los cuestionamientos no provienen solo de la oposición, sino de la propia interna de la fuerza de gobierno, que tiene al presidente Tabaré Vázquez por un lado respaldando la candidatura del ex ministro de Economía Danilo Astori a la Presidencia, y por otro a José Mujica impulsando la suya propia, distanciado del presidente, en tanto como convidado de piedra aparece un Daniel Martínez «propuesto» por el Partido Socialista para ocupar el lugar que sea en torno al sillón presidencial. Uno de los grandes flancos débiles de este gobierno es la seguridad, desde que la izquierda ha sido no solo dubitativa, por decir lo menos, para ejercer la autoridad, sino que además ha priorizado la situación de los delincuentes en las cárceles y promovido su liberación adelantada, precisamente cuando la ciudadanía siente en carne propia y en forma cada vez más aguda las agresiones de una delincuencia que golpea en todas las capas de la sociedad. Uno de los primeros en acomodar el cuerpo fue el senador Eleuterio Fernández Huidobro, perteneciente al Movimiento de Participación Popular (MPP), que lidera Mujica, al manifestar que estaría de acuerdo en que la población se armara para hacer frente a los delincuentes, pero pide que a la vez también practique para poder utilizar un arma para cuando tenga que actuar.
Esta postura está en las antípodas de la que sustenta la ministra del Interior, Daisy Tourné, quien sigue la línea oficialista y pidió a la población que se desarme, tras varios episodios en los que comerciantes abatieron a delincuentes que amenazaban de muerte a sus familias.
Fernández Huidobro ha pulsado el sentir ciudadano y cuestionado la postura gubernamental, al considerar que no sabe si se trata de una «sensación o si es una inseguridad lisa y lana, pero sí es un gravísimo problema».
Y ha tenido que aflorar la lucha interna para que alguien del gobierno reconozca que la inseguridad es uno de los problemas prioritarios del país, al punto que hasta el MPP considera que este tema puede ser decisivo para la suerte electoral del Frente Amplio. En la misma línea, Mujica reconoció que la inseguridad se respira en el aire y que esta «ola» tiene «un motorcito que es la droga», al punto que sostuvo que «si un muchacho se pichicatea no puedo hacer nada, salvo que la familia decida tratarlo. Yo creo que hay que cambiar el derecho, agarrarlo del forro y meterlo en una colonia para sacarle el vicio a prepo».
Esta apreciación motivó una inmediata reacción de fuentes del gobierno que están encarando una campaña contra la droga, al punto que el presidente de la Junta de Drogas, Milton Romani, en tono admonitorio pidió a Mujica que cuando hable de la droga consulte «a los cientos de compañeros que estamos en el barro trabajando en este tema», porque si no «puede parecer que las soluciones son sencillas, cuando no lo son».
¿Recién ahora se dan cuenta en el MPP, tras cuatro años de gobierno y de mantenerse al margen, que la inseguridad se ha instalado y que el ciudadano no se siente a salvo ni siquiera en su casa detrás de las rejas, al punto que ahora piensa en estar armado?
¿O está simplemente ante la búsqueda de colocarse como una alternativa electoral en una suerte de oposición dentro del gobierno para no perder electorado que una y otra vez reclama acciones firmes contra los malvivientes?
Entre tantos cantos de sirena, el ciudadano, a su debido tiempo tendrá la última palabra, para discernir entre el «verso» y la realidad.
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