Locales | 30 Nov Carta al presidente
Señor presidente Tabaré Vázquez. Permítame presentarle mi apoyo a su posición sobre la Ley de Salud Reproductiva y algunas objeciones a todos los grandes científicos cuando defendieron la parte buena. Se sintieron solos y rodeados de lobos, como está usted hoy por sus creencias.
Estoy asombrado de cómo se usan las cámaras de la nación y el ejercicio de la Carta Magna contra los niños, el pulmón del futuro de la Patria. Bastante papelón tenemos con los niños que piden recursos para asistirse en Argentina por sus enfermedades. Como le decía, estoy de acuerdo con usted de poblar el país de la sangría que tuvimos cuando la dictadura, cuando quedamos sin jóvenes, según la comparación con otros pueblos americanos. Uruguay tendría que tener actualmente ocho millones de ciudadanos…
Siempre pienso en mi abuela que me decía «M’hijo cuando usted se vaya a atender sus nanas elija bien a su médico; mire que en la antigüedad los lores en sus castillos mandaban a cortar la cabeza de sus enemigos». Hoy algunos médicos son verdugos del pueblo, como aquellos, pero no creo que los médicos uruguayos quieran manchar el amarillo Sol y el blanco puro color cielo de nuestra bandera, con esta ley. Ellos hicieron como usted un juramento hipocrático de salvar vidas. Y «no matarás», dice el primer mandamiento. La ley es buena.
El aborto es asesinato y debe ser castigado, sólo que la madre peligre, porque por supuesto hay que salvarle la vida. El ser comienza a personificarse ni bien se juntan óvulo y espermatozoide en el vientre de la mujer. Antes son millones de matrices, pero a los seis días ya tiene pulsaciones como individuo.
Recomiendo a los legisladores ver el filme japonés «Un grito en el silencio» y verán cómo el bebé siente que su hábitat es invadido y esquiva, como que en su casa lo van a atrapar y cómo dos grandes cucharas lo parten al medio porque una mamá no lo quiere. Por eso digo a los legisladores que votaron a favor del aborto: imagínese que a media noche usted duerme pasivamente y entra con violencia una máquina con dos palas grandes y quiere cazarlo. Usted se defenderá, pero los bebés no tienen quién los defienda. Sólo el señor presidente en este momento, que está en un país culto y no ha entrado como otros en vicios que al final redundarán en castigo de la madre tierra.
En el pasado hubo legisladores que hicieron leyes inteligentes como éstas. Para hacer desa -parecer a los niños. En Belén en Navidad había que matar un niño al rey; en el imperio romano si un ciudadano quería matar un niño defectuoso que no servía para la guerra, o dañaba la familia, le podía hacer cortar la cabeza. No muy lejos de nuestra era, Hitler experimentaba con sus médicos cómo injertar ojos arios al mundo que pensaba conquistar. Ahora el equipo de nuestras cámaras trató de legalizar la aniquilación de uruguayos. Hay modos sencillos de gozar del sexo y no quedar encinta. El sabio Condon resolvió ese problema a su rey para satisfacer a las cortesanas de su harén y no ligar pestes sexuales ¡y funcionó!
¿Por qué no se enseña y se educa? Si hay alguna violación de jóvenes, hagamos leyes de adopción, o si es alguien pobre e inexperto, poblemos este rico país con los cinco millones que le faltan. Porque es pobre en productores, que son los que plantarán la tierra, pescarán en los mares, trabajarán en los transportes…
De ahí saldrá su sueldo señor presidente y los de los legisladores, que andan como piojos en peluca, equivocados. No hay que matar las gallinas de los huevos de oro.
Ningún imperio o gobierno que metió la cuchara con los niños y trató de eliminarlos, salió bien. El cielo se les oscureció y como mano vengativa las cosechas fallaron por falta de agua y vientos o pestes arrasaron. La Madre Naturaleza se levantará y hasta que no nivelemos lo que hemos desordenado, ella nos reclamará.
Si no puede con los lobos, señor, le pido que le de al pueblo que plebiscite y se haga cargo del reclamo que hará la naturaleza cuando violan lo normal por defender un círculo vicioso.
Carlos Alvez