Paysandú, Domingo 07 de Diciembre de 2008
Opinion | 04 Dic La flagrante ignorancia, teñida también de cierto desprecio, subestimación y soberbia que manifiesta —aunque a veces trata de disimularlo— la dirigencia capitalina respecto a los productores rurales y el Interior, es sin dudas una expresión abierta del centralismo que corroe las entrañas del tejido socioeconómico del país y da lugar a las asimetrías que históricamente conspiran contra el desarrollo del Uruguay.
Y si tenemos un Montevideo que parasita al país, por lo menos debería pedirse a los gobernantes que tengan la apertura mental y la modestia para reconocer que las alternativas de la economía del país dependen en gran medida de como le vaya a nuestros productores, en un país eminentemente agroexportador, y cuya base industrial también depende de la riqueza que se genere en nuestros campos.
Pero, naturalmente, ver el país desde la perspectiva de la Torre de las Telecomunicaciones de Antel o desde la Ciudadela no es lo más recomendable para evaluar el Uruguay real, y no puede extrañar entonces que en un dejo de desconocimiento y pedantería, el prosecretario de la Presidencia de la República, Jorge Vázquez, hermano del mandatario Tabaré Vázquez, y ex guerrillero del OPR 33, por más datos, haya expresado olímpicamente ante productores que pedían medidas paliativas ante la sequía que los afecta, que en su momento, cuando la bonanza, éstos debieron prever situaciones de sequía, y que por lo tanto no sería de recibo instrumentar acciones que atiendan estas dificultades.
En las últimas horas, la Asamblea de Presidentes de la Federación Rural (FR), que sesionó con la presencia de representantes de más de 80 gremiales de base que conforman la institución, le exigió al gobierno que «asuma su responsabilidad, aportando soluciones concretas».
Antes de dar a conocer los planteos al Poder Ejecutivo, el presidente de la gremial, Octacilio Echenagusía, afirmó que el agro vive «una catástrofe», por la falta de alimento para los animales e incluso de agua. Ante lo que se considera una «falta de toma de decisiones adecuadas por parte del Ejecutivo», se reclaman «soluciones a la carga impositiva; soluciones financieras, facilitando el acceso a productos e insumos (básicamente raciones para alimentar el ganado), costos de gasoil y energía eléctrica, y prórroga de los vencimientos impositivos». También fue manifiesto el malestar del campo ante expresiones del prosecretario Jorge Vázquez, y los ruralistas consideraron en un comunicado que «la información distorsionada sobre los hechos, demuestra la inoperancia e irresponsabilidad de nuestros gobernantes y un gran desconocimiento de la situación del sector». Echenagusía igualmente exhortó a los productores a mirar hacia adelante y dejar atrás las acusaciones, pero agregó que «responsabilizar a los productores del clima es algo que no entra en la cabeza de ningún ser racional», en tanto el presidente de la Sociedad Rural de Río Negro, José Braga, dijo a El País que «hay una tendencia a la inoperancia por parte del gobierno diciendo que los productores ya estaban al tanto de lo que iba a suceder», y que «muchos dirigentes se sintieron muy dolidos en la reunión con los dichos de Jorge Vázquez».
Ocurre que la burbuja de cristal en que se encierra el gobierno nacional –lo que ha sucedido en administraciones de todos los partidos y no solo en la del Frente Amplio— hace perder la perspectiva del país integral, y las presiones de las corporaciones y los «lobbies» generan microclimas que distorsionan elementos de juicio para adoptar decisiones, lo que se conjuga con la visión eminentemente montevideana, asimilándola al «Uruguay» que solo comprende al hormigón capitalino. El señalar que los productores debieron «prever» la sequía es un signo claro de este desconocimiento flagrante de la realidad del Interior, y demuestra que el capitalino asume que al productor gasta todo y vive el momento como si el mundo se terminara al recoger la zafra o la venta de ganado al frigorífico, cuando en promedio debe hacer malabares para hacer frente a los impuestos que aplica el Estado y a los altos costos de la energía eléctrica y combustibles, así como cargas sociales, entre otros aspectos.
Por lo tanto el prosecretario haría mejor en mirar hacia adentro de su propio gobierno, que es precisamente el que se ha gastado alegremente todos los ingresos adicionales percibidos por la bonanza económica, a costa del trabajo de los productores y trabajadores uruguayos, pese a que todos sabíamos sí que en cualquier momento llegaría la «sequía» de la economía, tan pronto cambiara la situación internacional que nos ha favorecido en los últimos años.
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