Paysandú, Lunes 08 de Diciembre de 2008
Locales | 02 Dic Por muy diferentes motivos, el conflicto suscitado con relación al Casmu (Centro de Asistencia del Sindicato Médico del Uruguay) es ciertamente lamentable.
En primer lugar por tratarse de una entidad mutual destinada a la prevención y a la asistencia nada menos que de la salud. Vale decir, de algo que se debe considerar al margen de cualquier actitud que signifique forma alguna de suspensión o paralización, por mínima que sea, de los respectivos servicios, adoptada como «medida de lucha» gremial para amparar o defender derechos que, aunque sean legítimos, no es lícito ni ético que se antepongan a los que corresponden al amparo y defensa de la salud de los seres humanos comprendidos en el núcleo de quienes están afiliados a entidad de tan importante volumen. En segundo lugar porque tal como ha sido públicamente explicado, el principal problema que ha sido causa de las actuales dificultades financieras ha derivado de la vigencia y aplicación a la entidad de las nuevas normas insertas en el Servicio Nacional Integrado de Salud, sin advertir, ciertamente, que un nuevo sistema y además tan amplio como el que se ha aprobado, solo se debió poner en vigor en forma más gradual que la aplicada.
En tercer lugar porque, se reitera, sin tener ninguna duda acerca del legítimo derecho de los trabajadores a defender sus derechos e intereses, los medios para la defensa de tal legitimidad resultan de aplicación limitada cuando ponen en riesgo derechos fundamentales de los usuarios de los servicios, y también cuando, además, se usan de manera indebida, mediante exigencias que desde el momento en que son formuladas dificultan el progreso de la negociación, y olvidan que es normal, en todas las de su índole, una razonable definición a través de una equilibrada transacción. Si bien no es ajena a las autoridades importante responsabilidad acerca de la intensificación de las actitudes sindicales desmedidas, ello no es suficiente para admitir su pertinencia.
En cuarto lugar, porque la forma en que se desarrollaron hasta la asamblea del último domingo las actitudes gremiales no tuvo en cuenta la importancia que para la ulterior normalidad del funcionamiento interno de la entidad y sus servicios, tiene pugnar por la buena relación de sus actores, algo que sin duda alguna está en riesgo.
Emerge de lo precedentemente expresado que tampoco ha sido acertada en el caso la actuación de las autoridades públicas, pues, contra lo que sin lugar a ninguna duda correspondía, no se advierte que hayan procurado una definición lo más rápida que fuera posible, por lo menos de las cuestiones fundamentales comprendidas en el conflicto, para promover cuanto antes el retorno a la normalidad. Pienso también, en total coincidencia con afirmaciones anteriores públicamente formuladas en esta columna, que corresponde reiterar a los profesionales médicos el llamado a la reflexión, hecho en circunstancias de anteriores conflictos, por el empleo de medidas que no se adecuan a lo que corresponde en área tan delicada como la de la salud. Como otras veces lo he dicho, no es con agrado, ciertamente, que formulo los conceptos contenidos en la presente nota. Pero si así pienso no sería leal que callara ante tan difíciles circunstancias.
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