Paysandú, Viernes 12 de Diciembre de 2008
Locales | 05 Dic Carlos Roberto Sosa es un hombre de 31 años que decidió apostar a su tierra natal. Casado con Mariela Montes de Oca, son padres de María Agustina, de 14 meses.
Nacido y criado en Tambores, es coordinador del centro MEC de esa localidad. Recuerda una niñez muy feliz en un hogar muy humilde, con muy pocos recursos. Pero afirma que «nunca faltó nada». Sus primeros años estuvieron marcados por una el asma, una enfermedad que no le permitió desarrollar actividades como el resto de sus amiguitos. No salía a los recreos y durante mucho tiempo estuvo bajo prescripción médica permanente. «El primer año de escuela falté los tres primeros meses, asistiendo solo los tres primeros días. De todas formas pasé igual de año y así fueron todos los años de la escuela».
Confiesa que desde niño quería ser disc-jockey. «Fue solo un instinto, porque en mi familia no tenía a nadie que tuviera que ver con la música. A los 12 años comencé a salir a los bailes y al ver todo aquel movimiento de lo que era armar las discotecas y ese tipo de cosas me estimuló a continuar con la idea de tener mis propios equipos. Por suerte con el transcurso de los años lo pude alcanzar». Afirma que estudió con mucho sacrificio y dedicación, trabajando paralelamente junto a su padre.
«He tenido un montón de oportunidades para irme a otros lugares, pero nunca quise abandonar mis raíces. Siempre viví feliz acá. Me motivó el hecho de mejorar la estabilidad laboral, y aquí no tenía muchas expectativas y muchas posibilidades, pero como nunca me faltó el laburo, seguí apostando a mi lugar. Trabajé mucho en herrería junto a mi padre y aunque había temporadas en las que no sacábamos ni para los gastos de la casa, pasaba con cierta tranquilidad. A su vez, el hecho de tener a mi madre muy enferma me llevó a quedarme un poco más en Tambores, porque necesitaba estar más al lado de ella y por suerte pude estar hasta el último día de su vida».
Sosa comentó que «si hoy se le volviera a presentar una oportunidad laboral en otro lugar firme, concreta e importante, lo pensaría ya que tengo una bebé que depende de mí y no solo tengo que pensar en mis posibilidades, sino que tengo que pensar en oportunidades a futuro para ella. Hoy, un poco más maduro, creo que sí lo haría».
Con relación a la realidad actual de Tambores, Sosa afirma que «siempre fue igual o menos. Encarar un comercio propio o ser peón de campo, son de las opciones más frecuentes. La verdad es que son muy pocas las expectativas que hay de trabajo. Terminás la escuela, ciclo básico y podés hacer bachillerato o una carrera de UTU, o lo que fuere. Y cuando terminás la carrera en la Escuela Técnica quedate a laburar donde estás, porque si volvés no tenés mercado».
En cuanto a la identidad aseguró que los lugareños no se sienten más identificados con Tacuarembó que con Paysandú, aunque los medios de comunicación tacuaremboenses penetran con mayor facilidad.
Agregó que «ahora llegan muchos más servicios que antes, existe otro tipo de apertura. Antes, para hacer cualquier trámite había que viajar hasta Paysandú ciudad y hoy creo que es más fácil y accesible. Para los gurises el poder contar con liceo hasta sexto año es muy importante y no genera desgastes económico y psicológico. Mientras, las empresas forestales que han llegado a la zona han permitido mejorar las expectativas laborales de los pobladores: demandan mucha mano de obra, el comercio ha mejorado y creo que hoy está mejor que antes», finalizó.
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