Paysandú, Martes 16 de Diciembre de 2008
Opinion | 14 Dic «Resulta importantísimo» para el ministro de Economía y Finanzas, Cr. Alvaro García, que el gobierno aplique desde ahora medidas anticíclicas, como la ejecución de programas de obra pública, en el contexto de recesión ya en proceso en los países desarrollados, que se agudizará en 2009, y la crisis financiera internacional, y de acuerdo a lo que consigna «El Observador», el secretario de Estado entiende que a través de la generación de infraestructura «de alguna manera» se podrán cubrir los puestos de trabajo que se pierdan en los sectores productivos que encuentren dificultades ante la caída en sus exportaciones.
Más aún, el jerarca evaluó que pese a estar actualmente el Uruguay en tasas de desempleo históricamente bajas, en el entorno del 7 por ciento, «sin lugar a dudas va a ser muy difícil bajar esas tasas».
«Yo creo que en el contexto que se avecina la tendencia va a ser exactamente la contraria», y a la vez señaló que la inversión en infraestructura por conjunción de esfuerzos entre los sectores público y privado, en determinadas áreas, serán un factor de contención para la crisis.
Por lo pronto, la visión del economista contrasta notoriamente con el «aquí no va a pasar nada» que hasta hace poco sostenían jerarcas del equipo económico, tal vez tratando de convencerse a sí mismos por la fuerza de la repetición, visiones que solo se daban en nuestro país, desde que en todo el mundo se estaba ya sufriendo el contagio de la crisis financiera.
Y cuando el ministro habla de que es tiempo de adoptar medidas anticíclicas para atemperar la degradación de las condiciones favorables que se darán en 2009, se equivoca de medio a medio, porque la oportunidad de adoptar medidas anticíclicas se perdió, desde que el propio nombre indica que estamos a contramano del concepto.
Lo anticíclico o contracíclico significa previsiones que se adoptan en tiempos de bonanza a efectos de estar mejor parados para cuando las cosas cambien y sobrevengan las crisis, como la que ya tenemos encima.
Por lo tanto hablar hoy de que se adoptarán medidas anticíclicas para una crisis que ya tenemos es un planteo ridículo, tener a los uruguayos por tontos o por ciudadanos de escaso poder de discernimiento para evaluar los tiempos y las situaciones.
El Poder Ejecutivo tuvo tres años de vacas gordas para conformar un «colchón» de recursos para los malos tiempos, desde que cuando asumió la actual administración ya el país era favorecido por una coyuntura internacional que «infló» los precios de nuestros productos de exportación, la economía internacional estaba en expansión y los mercados generosamente abiertos a nuestros productos, en tanto también el crédito internacional disponible se ofrecía a condiciones ventajosas.
Pero en el papel de nuevo rico, se priorizaron planes asistencialistas para atender la «emergencia social», perdiendo de vista que el dinero gastado sin retorno es pan para hoy y hambre para mañana, en desmedro de los propios sectores a los que se dice favorecer. Esta imprevisión hará pagar un alto precio a quienes menos tienen, que son los primeros en ser alcanzados por la crisis, aunque se pretenda dorar la píldora con la creación de «empleos» que no son genuinos, porque no se han quebrado las condiciones de marginación, falta de capacitación y barrera cultural de quienes constituyen el «núcleo duro» de la pobreza en el país.
Recientemente, la gerenta de Asuntos Institucionales de la Cámara Nacional de Comercio y Servicios del Uruguay y presidenta de la Cámara Nacional de Economía, economista María Dolores Benavente, expuso ante empresarios sanduceros que «la tormenta ya llegó», y que si bien el gobierno ha hecho un manejo prudente de la deuda, ha incurrido en «indisciplina fiscal», gastando más de lo que aumentó la recaudación.
Recordó que al inicio de la actual gestión de gobierno el ex ministro Danilo Astori incluyó un artículo en la Ley de Presupuesto que establecía que el gasto corriente no podía crecer más de un 3 por ciento real anual, pero la bancada de gobierno no votó el artículo y así ha ido creciendo el gasto público en forma sostenida, al punto de llegar en 2007 al 8,27 por ciento, lo que será superado al término de este año.
«Si no se hubiera gastado de esa manera, hoy Uruguay podría sacar un paquete» de medidas paliativas de corte similar a las que tomó Brasil, que exonerará impuestos por 3.500 millones de dólares para revitalizar la economía, evaluó la economista.
Que es precisamente lo que Uruguay no está en condiciones de hacer, porque ya es tarde para políticas «anticíclicas», desde que hacerlo ahora es como vacunar cuando ya está instalada la enfermedad.
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