Paysandú, Miércoles 17 de Diciembre de 2008

Recibimos y publicamos

Locales | 10 Dic No me dolerán
las calumnias
No soy más porque me elogien, ni menos porque me ofendan. Siempre soy lo que soy. De manera que si dicen, que digan; si no dicen, que no digan. Solamente una cosa me interesa: servir. Nosotros somos revolucionarios y los reaccionarios no podrán con nosotros.
Los barrios marginales son los espacios donde la sociedad arroja a todos aquellos pobladores que no entran en las estructuras productivas. Son aquellos que usan y viven del rebusque, peleando el espacio social que les es negado, reciclando basura, pero no para ellos como era al principio, sino para grandes señores que les hacen creer que estas pobres personas son los patrones de los poderosos.
Estas pobres personas son un gran grupo humano librado a su propia suerte, que busca a su manera la supervivencia, en un medio donde la muerte propia o ajena es solo uno de los tantos riesgos que implica la manera de sobrevivir. Los políticos cautivaron a las grandes masas urbanas en discursos populistas pero no cumplieron sus promesas. Mejor dicho, falsearon todas las promesas. Puedo dar fe de ello. Se inventaron mil oficios para obtener empleos (muchos copiados y modificados con cambio de nombres), por ejemplo Socaf por «Presupuesto Participativo», y muchos otros.
Construyeron su hábitat y sus leyes, convirtieron esta enorme sociedad que vive al margen de las garantías y la legalidad.
Cuando a la legalidad se accede bajo el poder económico o político, a los mal llamados marginados, no les queda otra alternativa que la ilegalidad.
Estamos pasando una crisis económica. Recuerden la de 2002. No se areglaban las calles, pero estaban mejor que ahora. Y además, no se olviden: ningún niño, ningún anciano quedó ni un solo día sin comer ni beber su leche porque estaba la IMP. No se olviden de las canastas que tampoco faltaban en los hogares más necesitados. No se olviden de los cientos de viviendas que se construyeron. Pero para qué vamos a seguir si no es criticar sino tratar de construir entre todos, pero no podemos perder la memoria. Lo que puedo asegurar como en muchas cosas, hace mucho tiempo escribí y hoy son ya realidad. Conclusión: vender drogas, traficar, robar, matar, prostituirse... es adonde hemos llegado. Un día lo publiqué: se convertirá en una selva oscura y sangrienta nuestra querida Patria. Salud para algunos, terrorismo para todos.
Que el Dios de todos nos proteja. No olviden que la justicia divina, tarde o temprano llega y nosotros los humanos somos responsables de la sobrevivencia de la humanidad. Y esto es un deber de las grandes decisiones políticas en lo ecológico, económico, educativo, social y de salud.
Sin agua no hay vida.
Nilda Ramos de Genoud


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