Paysandú, Viernes 19 de Diciembre de 2008
Opinion | 19 Dic Aunque la idea principal era considerar la integración energética, la preservación del medio ambiente y el desarrollo, la cumbre de naciones de América Latina y el Caribe, desarrollada recientemente en Brasil centró su análisis en la situación financiera internacional y su proyección en el área, donde ya se sienten los primeros efectos de esta crisis que tuvo su partida en el mundo desarrollado pero que vuelca sus consecuencias también en el subdesarrollo.
En una convocatoria con marcada presencia de países en los que han asumido gobiernos de izquierda, no puede extrañar que los mandatarios en posiciones más extremistas hayan pretendido atribuir todos los problemas de la región al “imperialismo” estadounidense, en sintonía con posturas como las del presidente venezolano Hugo Chávez y su ex colega y dictador cubano Fidel Castro, que apuestan a posturas trasnochadas para arrastrar a decisiones que arrimen agua para su molino.
En este foro, igualmente se encontraron ante visiones con matices, como las del presidente uruguayo Tabaré Vázquez, quien consideró que atribuir responsabilidades únicamente al imperialismo refleja una visión sesgada de la realidad, desde que hay una amplia gama de causales y falencias propias de cada país.
Entre otros conceptos el mandatario manifestó que “el mundo hoy parece un manicomio dirigido por sus propios pacientes, en situaciones como las que estamos viviendo y en plena crisis, cuando comienza a acentuarse el sufrimiento de los ciudadanos más humildes y más pobres” y afirmó que la obligación es “intentar introducir una cuota de racionalidad a esta locura”. Evaluó que esta es una muy buena oportunidad para que los países de América Latina y el Caribe intenten transitar “el camino de la racionalidad”. Para ello, dijo, se debe comenzar con “un planteo autocrítico”, recordando que en sus principios fundacionales el Frente Amplio “tiene su concepción más amplia de la lucha contra cualquier forma de imperialismo. Somos antiimperialistas. Pero debemos de una buena vez no echarle las culpas de todos nuestros males al imperio de turno”.
Amplió que “en Latinoamérica y el Caribe no hemos sido capaces, por omisión, por incapacidad y por corrupción, de elaborar un proyecto latinoamericanista, en conjunto y unidos que nos permita darle dignidad a la vida de nuestros pueblos”.
También reconoció que ante el crecimiento desmesurado de la economía internacional y de los precios, sus costos, del crudo del petróleo y de los alimentos, “teníamos que prever que en algún momento la contrarreacción o la reacción o la antirreacción se iba a experimentar. Tarde o temprano ese ciclo positivo iba a cambiar, iba a cambiar de ciclo. Había que prever”.
En esta línea y teniendo en cuenta las enseñanzas que dejó la crisis de 2002 en nuestro país defendió y aseguró que su gobierno trabajó previendo no caer en la misma vulnerabilid de entonces. “Apostamos a un fuerte equilibrio macroeconómico. No es de derecha ni de izquierda, es simplemente medidas de buena administración”, aseveró el presidente.
Ante otros discutibles conceptos en los que defendió su gestión, cobra validez el dicho de que en el país de los ciegos el tuerto es rey, porque en la relatividad de todas las cosas hay gobiernos de izquierda en la región que han sido aún más proclives a los facilismos que la Administración Vázquez, quien también indicó que Uruguay no está en condiciones de tomar medidas agresivas anticíclicas: “Pretendemos defender lo conquistado no realizando medidas procíclicas”.
Por supuesto, suena bien al manifestarlo en el foro internacional, pero no refleja lo que ha ocurrido realmente en nuestro país, donde el gobierno se gastó alegremente todos los recursos generados por la mayor recaudación y ha quedado sin margen de maniobra para atemperar los efectos de la crisis mundial en nuestra economía.
Y ya en el plano regional, el foro latinoamericanista y del Caribe reincidió en apelar a los viejos figurines de la defensa del régimen dictatorial de Cuba y de atribuir todos los males al imperialismo, sin bucear en los reales problemas de una región que tiene un gran potencial en recursos naturales pero que no ha acertado en generar condiciones para el desarrollo y una mejor calidad de vida de sus pueblos.
Eso que indica una vez más que, como bien decía Vázquez, no se ha aprendido de los errores, porque es más fácil y cómodo echarle la culpa a los demás.
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