Paysandú, Jueves 25 de Diciembre de 2008

OPINIONES

La voz del público

Locales | 21 Dic  Cabriolas ideológicas
Sabemos que la gente con los años no cambia,  en general  se disfraza, muchos con piel de cordero.  En ese contexto  vemos a dos Mujica: el del pasado, guerrillero tupamaro y el del presente, estadista de cabotaje. Sin dudas dice muchas verdades, sus confesiones con respecto a la burocracia estatal dejan en claro lo que todos sabemos, que el  Estado tal cual lo conocemos  es parte del problema y no  la solución.
Mujica  posee el don de la ubicuidad,  está en todos lados y opina de todo, aunque en su propio idioma. Dijo a un diario argentino: “Si yo me hago el loco y me quiero poner de socialista apurado, ¿qué voy a hacer? Se me dispara el país empresarial y tengo el país fundido al otro día, estoy muerto de hambre y me rompen el c... a patadas. No m’hijo. Yo soy idealista pero no soy tarado ni loco”
 Lo que quiso decir es que no come “vidrio molido”, que cuando hay que sacar “las manos del plato” lo mejor es pegar una “cabriola ideológica” y situarse en la vereda de enfrente. De hecho Tabaré Vázquez parece imitarlo. Pues según publicó “El País” el viernes 19 de diciembre, el periodista le preguntó si “¿hay que operar con la derecha o con la izquierda?”, a lo que Vázquez respondió: “Con la que corresponda, pero sin ideologías, con un gran realismo”.
 ¿Será que con “la siniestra” ya no se juntan más los votos?  Vaya uno a saber, aunque en realidad poco importa; en política  lo que se dice, nada tiene que ver con lo que se piensa y menos con lo que se hace. Visto así,  para conocer el otro yo de nuestros candidatos debemos apelar a la vieja forma de comunicación, el idioma gestual, donde ocultar la verdad resulta  imposible. Lástima que su interpretación requiere de años de observación, lo que dificulta la tarea de los jóvenes. 
Ellos son el presente y como tales difícilmente aprendan de nuestros errores; deberán tropezar con las mismas piedras por las que ayer nos caímos;  solo que con los años el piso está cada vez más duro.
Deberán entender que en un país donde el asado de tira y el cambio de sexo ocupan las primeras páginas de los diarios, donde la guerra de las patentes tiene como rehén a la población, donde al gobierno se parece a Maradona --que acapara todos los medios aunque de las piernas para arriba no sea bueno en nada--, difícilmente se pueda construir el mañana.
 Tal vez sea cierto aquella frase matadora que decía non calentarum- argum vivirum. Quizás sea éste el secreto de la longevidad uruguaya. De lo que sí estamos seguros es que para ser un buen presidente hace falta algo más que  la incontinencia verbal y un lenguaje soez.
Alberto Moroy


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