Opinion | 20 Dic El programa que el Congreso del Frente Amplio aprobó en oportunidad de designar a José Mujica como precandidato “oficial” de la coalición de izquierdas aparece como salido del túnel del tiempo, desde que rescata posturas de un pasado en el que precisamente ha quedado harto demostrada la inviabilidad de “propuestas” que fueron solo eslóganes fáciles para atrapar incautos. Por un lado se pretende reeditar un frigorífico nacional como ente testigo para la industria de la carne que no sirvió para esos fines ni por asomo, que era ineficiente y caro para el país, como también lo fue el ex SOYP en el caso de la pesca, a la vez de reeditar la lucha de clases y como paradigma a la Cuba del dictador Fidel Castro, que solo ha traído pobreza, atraso y conculcación de libertades a millones de cubanos que están presos en la isla del Caribe y que no la han podido abandonar masivamente a nado solo porque la costa de Estados Unidos está demasiado lejos y encima los tiburones se harían un festín. Claro, no puede extrañar este “programa” en un congreso que en el marco de la distorsión de la representatividad y sobrevaloración de la militancia es dominado por el Partido Comunista, grupos radicales y el Movimiento de Participación Popular (MPP), que estableció contactos a efectos de lograr la masa crítica para que Mujica fuera designado candidato por dos tercios. Por supuesto, de mantener este programa ridículo y panfletario el Frente Amplio no puede llegar a ningún lado y solo contaría con los votos de la extrema izquierda, al punto que ya fue rechazado por el precandidato Danilo Astori y el propio vicepresidente de la República, Rodolfo Nin Novoa, que no se han resignado a ser arrollados por la maquinaria extremista que dominó el congreso. Quiere decir que seguramente quien resulte candidato y sus asesores van a diluir o directamente descartar este grosero imperativo de las “masas” selectas del congreso, para intentar acomodar el cuerpo a una postura más centrista ante el electorado y sobre todo el ciudadano independiente, que está harto de iluminados, de dirigentes mesiánicos y eslóganes perimidos por su inviabilidad