Paysandú, Sábado 27 de Diciembre de 2008

ESCRIBE EL DR. RODOLFO CANABAL

Los problemas del tránsito vehicular mantienen su alto nivel de gravedad

Locales | 23 Dic Hace tanto tiempo que se cuenta por décadas, el autor de esta columna ha dedicado a  las cuestiones del tránsito vehicular gran atención, derivada de su observación diaria sobre la forma que prevalece en la conducción la desatención constante sobre el contenido y alcance de las normas fundamentales creadas para su adecuada y eficaz regulación. Y también sobre algo ciertamente muy grave, que incide para  hacer especialmente más sensibles las consecuencias de los principales factores negativos reseñados: la falta de preocupación, si no indiferencia,  por procurar estar en las condiciones mejores para circular con la mayor eficacia cuando conducen como resultado del debido conocimiento de las normas y de su ajuste a ellas. Y hoy, cuando recientes datos han informado que en el año que termina se han agravado las consecuencias que derivan de la forma desarreglada en que se conduce, se ha entendido que el tema se encuentra entre aquellos que realmente justifican que se vuelva a su análisis.
Con respecto al desajuste de los conductores a las normas respectivas vigentes, que sin duda prevalece,  alguna vez se ha aquí afirmado que el  nuestro parece “un  tránsito sin normas”. Es que el incumplimiento está tan extendido y muchas maniobras son tan inesperadas y hasta absurdas, que hasta parecen  resultado de la ausencia de regulación.
Obsérvese, por ejemplo, que lo frecuente y hasta se podría decir  que lo normal, es el incumplimiento de la señal de “pare”, no obstante  tener significado  equivalente al de  la “luz roja”. Lo mismo sucede con las preferencias que corresponden a quienes circulan por  una avenida cuando se va a cruzar o a ingresar en ella, o la del que circula  por la derecha en similares circunstancias; igualmente el incumplimiento de las señales que impiden el adelantamiento,  tanto en ciudad como en ruta. La total ausencia acerca del concepto de senda, pues es común su cambio indebido, particularmente cuando se transita en curvas, pues los conductores proceden como si estuvieran en una pista de carreras; se corren a la izquierda o a la derecha, según  hacia donde sea la curva; cambian súbitamente de senda cuando deben girar hacia derecha o izquierda pues no tienen precaución de tomar la senda que corresponde con razonable antelación.
Todo ello, y otras indebidas maniobras,  seguramente son consecuencia además, de despreocupación de los conductores por conocer bien las normas, de deficiencias durante el aprendizaje atribuibles a los respectivos instructores, pues cuando al enseñar se pone especial preocupación por las cuestiones fundamentales ellas son siempre recordadas cuando se conduce.
Se tiene fundada esperanza que la actividad de la Unasev podrá tener efectivas consecuencias relativas al mejoramiento de tales deficiencias, pero en nuestra opinión, para que se logre un resultado eficaz, será indispensable además de la amplia difusión y explicación del contenido y sentido de las normas, que  por vía de la televisión, complementariamente, se haga clara divulgación de las muy frecuentes  maniobras indebidas que son también graves transgresiones, para que los que una y otra vez incurren en ellas adviertan cuáles son  las “barbaridades” que cometen con tanta asiduidad. Y es de señalar al respecto que en tales indebidas maniobras  incurren la mayoría de los conductores, independientemente de su posición social, económica, laboral o política, y hasta de su edad.
El panorama del tránsito es tan desfavorable y grave, a nivel nacional,  tanto en Montevideo como en  las restantes ciudades y en todas las rutas, que sólo una muy severa y constante  acción podrá lograr, en lapso ciertamente prolongado, resultados favorables, porque tal como con anterioridad se ha señalado, los problemas del tránsito responden sustancialmente a graves fallas en materia de educación.
A la acción de la Unasev se debe agregar, de manera mancomunada, la de los gobiernos departamentales y de la Policía Caminera, para que se puedan obtener los tan necesarios  resultados favorables.
Si es cierto, como antes se decía, que “el mejor conductor es el que menos molesta a los demás”, sin duda que los buenos conductores no son los que hoy prevalecen.


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