HISTORIA
1917

Locales | 24 Dic Finalmente, el enviado de EL TELEGRAFO llega a la estancia donde se realizará el remate y lo cuenta de esta manera:
“Arribamos a las ocho y media de la noche a ‘Los Viraroes’. Hacen los honores de la casa el doctor Alberto Stirling, su sobrino Carlos que estaba al frente del establecimiento y el señor José Stirling. En uno de los amplios corredores ha sido preparada una larga mesa donde tomamos asiento, previo una visita a la cantina que ha sido instalada en una pequeña dependencia que da al patio. La comida logra quitarnos el frío y después de un largo rato de charla, comentarios y pronósticos sobre los precios que alcanzarán los ganados, la concurrencia se retira a las respectivas habitaciones. Casi todas ellas se encuentran ocupadas por camas mandadas preparar de antemano hasta el número de cien por los señores Rubio y Troche. La mayor parte de los concurrentes viene prevenida y se trae quién una manta de viaje, quién un poncho para resguardarse de las inclemencias de la temperatura. El señor Rubio pone amablemente a nuestra disposición un poncho patria y una manta de viaje que es la que me toca en suerte y me salva de los rigores de una noche de ‘perros’. Las camas lucen unas frazadas moras con las que los fabricantes han inundado el comercio de campaña, de las que echan mano los pulperos, en todos los casos en que se ven obligados a proveer un número excesivo de camas con abrigo. Puede decirse que en todas las casas de comercio y fondas de campaña no se emplea otra clase de frazada más que la mora que si bien es cierto que no abriga, ofrece la ventaja de volverla a poner en los estantes hasta que cae algún pobre prójimo que la compra con la idea de que podrá servirle. Yo hasta creo que estas frazadas sean mellizas pues la que me tocó en Tres Árboles era tan igual a una que usé en la fonda de Piedra Sola que juraría que son hermanas gemelas”.