Paysandú, Martes 30 de Diciembre de 2008
Opinion | 24 Dic La próxima madrugada tras los festejos de nochebuena miles de jóvenes se volcarán a las calles en un ambiente de algarabía descontrolada, hacia los centros de reunión clásicos de Navidad, como el cantero central del Obelisco, la costanera, la playa Park, 18 de Julio y los bailes del Golf Club entre un sinnúmero de fiestas que se ofrecen en estas fechas. La Intendencia ya anunció que no hará operativos especiales de tránsito ante tan especial circunstancia, mientras Radiopatrulla dio a entender que no tiene personal suficiente para cumplir esa tarea ante la necesidad de prevenir la delincuencia que suele verse incrementada cuando muchas familias abandonan sus hogares para asistir a reuniones sociales.
En una época en que las estadísticas marcan un incremento sustancial de accidentes graves, con un tránsito caótico agravado por el consumo de alcohol por los conductores, inexperiencia de miles de jóvenes a los que sus padres le prestan el auto para la ocasión, adolescentes que se creen Schumacher y motociclistas inmortales según su parecer, la decisión de las autoridades suena descabellada.
Mucho más aún si consideramos que ante acontecimientos que congregan menos público en las calles, como es el caso “La noche de la nostalgia” cada 24 de agosto, el criterio parece ser muy diferente y es así que durante los días previos se realizan extensas campañas de concientización para los conductores y controles exhaustivos de alcoholemia y vigilancia durante la noche de referencia. Pero en esta oportunidad el tránsito estará en las manos de Dios y en la conciencia de cada uno de nosotros, que deberemos velar por que la alegría de las fiestas no termine en tragedia. En todo caso hoy más que nunca es importante multiplicar las precauciones y olvidarse de quién tiene la preferencia o cuál es el que comete los “errores”, y manejar a la defensiva haciendo de cuenta que el otro siempre tiene las de ganar, cediendo espacios hasta por demás, frenando en todas las esquinas casi hasta detenerse para asegurarse que no viene ningún bólido en una rueda, y por sobre todo, nunca perder los estribos. Estas son las reglas básicas para sobrevivir en un tránsito sin reglas. ¡Felices Fiestas!
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