Paysandú, Miércoles 31 de Diciembre de 2008
Locales | 26 Dic Recorrer los ruedos de la región y ser una figura aclamada por la tribuna no es común actualmente. Por eso los jinetes orientales bien saben del valor que tiene una vuelta de honor y ser reconocidos por su destreza y valor al montar un potro en cualquier arena.
Wilson Alejandro Romero tiene 33 años y hace 16 que está vinculado a las actividades ecuestres. Comenzó a montar a los catorce, en tiempos en los que uno de sus hermanos demostraba sus habilidades en el buen manejo del equino. Romero fue criado en una estancia en el departamento de Cerro Largo y el contacto casi permanente con los caballos lo llevó a emular lo que algunos mayores ejecutaban con natural destreza. Su familia está compuesta por sus abuelos, padres y siete hermanos.
Así, Romero descubrió una disciplina que lo llevó a cosechar muchas satisfacciones, y ser aclamado en los ruedos más exigentes es parte de su historia personal.
“Conocí lugares y personas que de otro modo no hubiera podido. He recorrido casi toda la Argentina y parte del Brasil”, dijo el actual campeón nacional en la categoría en pelo, pero afirmó que todavía tiene un gran debe, pues no ha podido ganar en el ruedo de la Rural del Prado. “Es una asignatura pendiente, que algún día pienso concretar y antes que deje de montar; eso espero”.
Recientemente salió campeón en Catamarca y también estuvo en la Pampa. Destaca que “ganar en otro país es muy lindo, porque uno anda con la bandera de la tradición, pero por ser uruguayo me gustaría ser campeón de la Rural del Prado porque para mí es la Patria Grande de las jineteadas. Después he tenido logros en los campos más grandes de las jineteadas, pero insisto en que ese es el gran objetivo”. El hábil jinete hizo referencia a ciertos aspectos que han llevado a que la tradición se vaya perdiendo en nuestro país. Como encargado de un establecimiento rural no mostró reservas al aseverar que “ya no es como antes, porque en cualquier establecimiento se podía montar al menos un día; ahora como que se trabaja de otra manera. Eso le está quitando un poco de mérito a las jineteadas”.
Agregó que “de todas formas siguen surgiendo nuevos valores, jinetes muy buenos, con futuro. El tema es que tienen que tener conducta y perseverancia para poder ser alguien en los campos de jineteadas”.
Con relación a la vida en el campo reflexionó que “de los años de niño a estos nuevos tiempos hay más trabajo, los costos no son los mismos. Pero actualmente se puede vivir, no digo holgadamente, pero dignamente. A nadie se le regala nada, hay que trabajar y eso no ha cambiado”, concluyó.
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