Paysandú, Sábado 03 de Enero de 2009
Locales | 30 Dic El momento que está transcurriendo, en el cual se incrementa de modo muy intenso el desplazamiento de personas y particularmente el de todos los integrantes de las familias en razón de las fiestas tradicionales, hace oportuno complementar los conceptos expuestos en la nota anterior con relación al cúmulo de desajustes que, según es muy frecuente, incurren los conductores con relación al cumplimiento de las normas aprobadas para la regulación del tránsito. Tales desajustes, como entonces y también con anterioridad se ha afirmado, han hecho pensar que en verdad el nuestro parece ser un “tránsito sin normas”.
La experiencia hace razonable y justifica plenamente que ello se afirme, que un factor muy importante para contribuir al mejor nivel de seguridad es el que proviene de la oportuna y precisa indicación de cada conductor, a los demás que conducen en el mismo entorno, de la maniobra que tiene el propósito de realizar, vale decir, acerca de si va a girar o “doblar”, como generalmente se dice, a derecha o a izquierda; o si va a estacionar junto a la acera, o a cambiar de senda, o a ingresar en un lugar de estacionamiento. Pues el conocimiento por los demás conductores, y también por los peatones, de cuáles son las inmediatas maniobras que ha de hacer, son una fuente importante para el buen ordenamiento de sus desplazamientos y por tanto para que exista mayor seguridad. Pero la verdad es que tanto en centros urbanos como en rutas, es increíblemente frecuente que quienes conducen no hagan las señales adecuadas en tales circunstancias.
Otra imprudencia muy frecuente y peligrosa es la siguiente: cuando se gira para ingresar a una calle transversal a aquella por la cual se venía circulando es muy frecuente, existan o no semáforos en dicho cruce, que la maniobra se realice sin la debida precaución acerca de la eventual existencia en la otra calle, de peatones cruzando, o de algún vehículo en trance de salir de un estacionamiento o de ingresar al mismo.
Es también factor negativo importante el generalizado incumplimiento de los peatones, en los cruces con semáforos, del deber de cruzar con luz verde; también su habitual costumbre de cruzar las calles por cualquier lugar, sin hacerlo por las esquinas.
A ello se agrega la incomprensible práctica de cruzar de una vereda a la de enfrente “en diagonal”, lo que tiene el efecto de demorar en forma excesiva el cruce, con el grave inconveniente de aumentar innecesariamente el tiempo que insume, y consecuentemente, el riesgo derivado del cruce indebido. Y a propósito de peatones, es pertinente señalar que lo normal es que los conductores de vehículos incumplan la disposición que establece que tendrán preferencia “en los cruces o pasos reglamentarios destinados a ellos” (lo cual significa que no existe preferencia fuera de los casos expresamente mencionados).
Sin perjuicio de señalar que es muy desfavorable la extendida costumbre de poner dificultades o simplemente de impedir el adelantamiento de otros vehículos, algo ciertamente inexplicable y hasta absurdo, no es necesario aportar más casos concretos de incumplimiento porque los que se han indicado son suficientes para acreditar que la ausencia de respeto a las normas, y lo que es especialmente grave, a aquellas más directamente vinculadas con las condiciones indispensables para la seguridad, está tan generalizada que lo realmente extraño es el correcto ajuste o respeto a su contenido.
Por ello es absolutamente necesaria una acción que esté fundamentalmente realizada con precisión y claridad para hacer comprender la absoluta necesidad que existe para lograr un ordenamiento adecuado, paralelamente a una muy clara explicación de las disposiciones más importantes para la seguridad del tránsito. Y obviamente, después de un lapso que no tiene que ser muy largo para dicha divulgación, será menester el control enérgico, particularmente de las que son fundamentales para la seguridad.
Como se expresó en el comentario precedente, se deberá organizar una acción mancomunada y totalmente coincidente de la Unasev, de los gobiernos departamentales y de la Policía Caminera que, sin perjuicio de que sus resultados óptimos requerirán para ser logrados un lapso considerable, no podrá tener fin, pues el severo control del tránsito, particularmente en lo relativo a la seguridad, debe ser tarea permanente si se tiene presente su trascendencia y su carácter de indispensable.
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