Paysandú, Jueves 08 de Enero de 2009
Deportes | 04 Ene Paysandú 3 Salto 4
Escenario: Estadio Artigas. Público: 3.500 personas. Arbitros: Guillermo Arismendi, Lincoln Milans y Elio Gómez. (Durazno)
Paysandú: Sebastián Vieira; Julio Martínez, Renato Della Mea, Angel Mattiauda, Carlos Laca; Claudio Inella (St.35’ Emiliano Chubrega), Juan Thome, Juan Lobato; Jonathan Píriz; Pablo Piñeiro y Ernesto Laca. DT: Sergio Esquivel.
Salto: Diego Burgos; Juan Viera, Fabio Fernández, Jorge Alvez, José Reina; Antonio Gómez (St.41’ Guillermo Coelho), Emilio Silva (St.12’ Fabricio Lairihoy), Juan Iriarte; José Di Nápoli; Víctor La Luz (St.18’ Pablo González) y Gustavo Carballo. DT: Ramón Rivas.
Goles: Pt.6’ Di Nápoli, 28’ Martínez, 44’ E.Laca (de penal); St.2’ E.Laca (de penal), 18’ Gómez, 23’ González, 39’ Lairihoy.
Expulsados: St.34’ E.Laca, 45’ Piñeiro y Burgos.
No se puede perder así. Después de remarla para dar vuelta el partido, de tener todo para liquidarlo. No se puede perder después tener entre las cuerdas al rival de siempre, de tener la oportunidad de darle la estocada final. No se puede pasar de la alegría incalculable a la más profunda tristeza ante las 3.500 almas que se acercaron al Estadio Artigas, pese a que el fútbol ya no es la atracción que fuera.
Pero más allá de todo, y sin entrar en contradicciones, es posible perder de esta forma. Se puede dar vuelta un 1 a 0 en contra, se puede caer en forma explicable después de ganar 3 a 1. Porque anoche Paysandú pagó caro sus errores; porque pasó factura el contar con un grupo juvenil que deja todo en la cancha, pero que fue superado por un grupo experiente, de hombres.
Porque Salto leyó mejor el pleito desde el banco que Paysandú, que terminó el partido sin darse cuenta que la mitad de la cancha se desmoronaba en el complemento tras el intenso trajín de la primera parte. Y porque ya nadie siente presión en el Estadio Artigas --más allá del propio Paysandú--, al punto que el árbitro del encuentro se dio el lujo de retornar sobre sus pasos después de amagar a cobrar un tercer penal contra la visita.
Por eso, el hecho de que Paysandú haya caído frente a Salto por 4 a 3, en el clásico de la tercera fecha del Apertura del Litoral Norte, tiene sus explicaciones más allá de todo.
La lástima es que se tuvo todo. Atrás quedó el golazo de Di Nápoli con el que se abrió el marcador, y la posibilidad desperdiciada de los salteños para ponerse 2 a 0 cuando solo iban 8 minutos. Porque luego Paysandú comenzó a reaccionar, arrinconó en su cancha –con fuerza pero sin ideas-- a un rival que buscaba de contragolpe, hasta que llegó el empate por intermedio de Martínez, que aprovechó la poca estatura del golero rival.
Las cosas ahora pintaban diferente, porque lo que parecía una tormenta en contra terminó siendo una brisa a favor de un Paysandú que marró un par de oportunidades antes de que Laca generara en soledad un penal que tradujo en gol.
Así, con viento en la camiseta y la moral en las nubes, terminó el primer tiempo para Paysandú, aunque minutos después quedaría a la vista que el esfuerzo hacía que la mitad de la cancha comenzara a disminuir en el aspecto físico y, por lo tanto, la recuperación no fuera la misma.
Pero apenas iniciado el complemento Paysandú volvió a pegar y otra vez de penal. Salto quiso reaccionar luego de que Piñeiro estrellaba la pelota en el caño --en lo que pudo haber sido el cuarto gol sanducero--, y lo logró. Porque desde el banco vinieron las soluciones, desnudando una y otra vez todas las falencias defensivas de Paysandú que se habían disimulado con goles en el primer tiempo, hasta llegar al empate. Pese a todo el local no se rindió, pero la cabeza y las piernas no respondían igual. Los cambios se demoraban inexplicablemente, y el único apareció luego de los errores del árbitro, que ante una clara mano en el área salteña amagó a cobrar el penal para luego traducir el pitazo en tiro libre a favor de la visita, y que amonestó a E. Laca ante el reclamo frente al línea por una clara e ignorada agresión, para en la siguiente incidencia expulsarlo por segunda amarilla.
Ya sobre el final se irían a las duchas Piñeiro y Burgos, aunque habría tiempo para que Lairihoy –transformado en arquero-- apenas sacara la pelota ante remate de Thome, pero desde adentro del arco.
El clásico fue para Salto, que pudo morir a poco de iniciado el segundo tiempo pero que sacó a relucir toda su experiencia, aprovechando los errores del local y la pasividad del banco sanducero para reforzar esa mitad de la cancha y así fortalecer al equipo cuando se habían sacado dos goles de diferencia. Paysandú, más allá de todo, cumplió pese a que no se puede perder un partido así; aunque se le encuentre explicación. STB
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